Herman Hesse

Páginas: 6 (1488 palabras) Publicado: 13 de junio de 2012
HERMANN HESSE - LA LEYENDA DEL REY INDIO
En la antigua India de los dioses, muchos siglos antes del advenimiento de
Gotama Buda el excelso, sucedió que los brahmanes ungieron a un nuevo rey. Este
joven monarca gozó de la confianza y las enseñanzas de dos sabios varones que le
enseñaron a purificarse mediante el ayuno, a someter a la voluntad los impulsos
tormentosos de su sangre y a prepararsu mente para el entendimiento del Todo y
Uno.
En efecto, por esta época habían estallado entre los brahmanes ardorosas
polémicas sobre los atributos de los dioses, sobre las relaciones de unas
divinidades con otras y sobre las de éstas con el Todo y Uno. Algunos pensadores
empezaban a negar la existencia de múltiples divinidades, y postulaban que los
nombres de éstas no eran más quedenominaciones de los aspectos sensibles del
Uno invisible. Otros negaban con apasionamiento estas doctrinas y se aferraban a
las viejas divinidades, sus nombres y sus imágenes; ellos precisamente no creían
que el Todo y Uno fuese un ser concreto, sino sólo un nombre aplicado al
conjunto de todas las divinidades. De manera similar, para unos las palabras
sagradas de los himnos eran creacionestemporales, y por consiguiente mudables,
mientras otros las tenían por primigenias y la única cosa auténticamente
inmutable. En estos aspectos del conocimiento de lo sagrado, lo mismo que en los
de manifestaba el afán de llegar a conocer las verdades últimas, y por eso
dudaban y discutían sin descanso de qué fuese el Espíritu mismo, o sólo su
nombre, otros rechazaban esta distinción entre elEspíritu y la palabra,
considerando que el ser y su imagen eran entidades inseparables. Casi dos mil
años más tarde los mejores ingenios de la Edad Media occidental discutirían casi
exactamente los mismos puntos. Y aquende como allende hubo pensadores serios y
luchadores desinteresados, pero también hubo prebendados desprovistos de
espíritu y de caridad a quienes preocupaba únicamente que talesdiscusiones no
redundasen en el desprestigio del culto o del templo, ni que la libertad de
pensamiento o de discusión sobre la naturaleza de las divinidades fuese a
mermar, por ventura, el poderío ni las rentas de la casta sacerdotal. Lo que
ellos querían era seguir viviendo como parásitos del pueblo; cuando el hijo o la
vaca de alguno caían enfermos, los sacerdotes se le metían en casa durantesemanas y le chupaban toda la hacienda en forma de ofrendas y de sacrificios.
Y también aquellos dos brahmanes de cuyas enseñanzas disfrutaba el rey, siempre
ávido de saber, estaban reñidos en cuanto a las verdades últimas. Pero como
ambos tenían fama de gran sabiduría, el rey, entristecido por tal desavenencia,
solía decirse: «Si ni siquiera estos dos sabios consiguen ponerse de acuerdo encuando a la verdad, ¿cómo podré conocerla nunca yo, con mí flaco entendimiento?
No dudo de que debe existir una verdad única e indivisible, pero me temo que ni
siquiera los brahmanes puedan llegar a conocerla con seguridad».
Cuando los interrogaba al respecto, sus dos preceptores contestaban:
—Muchos son los caminos, pero el destino es único. Ayuna, mortifica las pasiones
de tu corazón,recita las estrofas sagradas y medita acerca de ellas.
El rey hizo de buena gana lo que le aconsejaban, y realizó grandes progresos en
la sabiduría, pero sin alcanzar nunca su meta de poder contemplar la verdad
última. Cierto que logró superar las pasiones de la sangre, así como aborrecer
los deseos y los placeres animales. E incluso para comer y beber tornaba
solamente lo indispensable (unplátano al día y unos granos de arroz). Así se
purificaba de cuerpo y espíritu, y enfocaba al objetivo definitivo todas sus
fuerzas e impulsos de su alma. Las palabras sagradas, cuyas sílabas antes le
parecían monótonas y vacías, desplegaban ahora para él todos los encantos de su
magia y le dispensaban consuelo íntimo. En estos torneos y ejercicios de la
razón iba conquistando premio tras...
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