Historias De Terror

El teléfono sonó a las 4:13 de la madrugada. Aún en la plena oscuridad de mi habitación, pude estirar mi mano directamente hacia el auricular. Lo levanté al segundo timbrazo y sin encender la luz ni incorporarme, ya que sabía que el llamado era del geriátrico, dije:
-¿cómo salió?
-Está muerta, -dijo la enfermera que había yo contratado hace un par de semanas-; Presioné la almohada contra sucara por dos o tres minutos.

Las manos arrugadas de mamá apenas pudieron ofrecer resistencia y sujetaron las muñecas y antebrazos de la enfermera con cierta rugosidad tibia.

Al levantar la almohada –continuó la enfermera- sentí un escalofrío como un arañazo helado en la nuca. A pesar de estar dormida cuando la asfixié, tenía los ojos abiertos a más no poder y me miraba fijamente. No hepodido cerrárselos. Llamé al servicio de urgencias del hospital. Deben estar por llegar en unos minutos.

Una hora y media más tarde, después de recibir el llamado oficial notificándome el deceso y solicitándome que me presentara en la morgue del hospital, preparé un bolso con ropa de mamá y fui hacia allí.

Entré en la morgue. A ambos lados de la gran sala se distribuían las puertas cuadradas deesas heladeras para cadáveres. Algunas estaban abiertas y con las bandejas deslizadas dejando ver la mitad de los cuerpos cubiertos con
una sábana blanca. El estado de las mesas para autopsias contrastaba entre la pulcritud del cromado impecable de
algunas y las montañas de carne descuartizada y huesos de otras.

Uno de los enfermeros que estaba algo nervioso me dijo con voz entrecortadaque después de reconocer el cadáver, podrían llevar el cuerpo de mamá a una habitación del hospital para que yo pudiera vestirlo. Asenté levemente y cuando me acercaba a la mesa noté algo extraño. El cuerpo estaba cubierto hasta el cuello con la sábana blanca, y había un gran pañuelo blanco sobre el rostro. En lugar de descubrir el rostro de arriba abajo de un solo movimiento, el enfermero me dijoque deslizaría muy lentamente el pañuelo desde el cuello hacia arriba; que apenas reconociera el rostro por sus facciones inferiores le avisara para volver a cubrirlo. Me pareció rarísimo así que aparté al
enfermero y yo mismo quité el pañuelo de golpe. El rostro presentaba una mueca espeluznante. Los ojos de mamá
estaban completamente abiertos y rojos. Toda la cara demarcaba un gesto detristeza y odio mezclados y la mirada se dirigía directamente a mí. En ese preciso instante se escuchó un estruendo fortísimo de recipientes metálicos que caían al suelo y se produjo un corte total de luz. Sentí de golpe (siempre ubicado el tiempo en aquel segundo, en aquel minúsculo instante de coincidencias) una mano oprimiendo mi antebrazo con tal fuerza que pensé que me lo arrancaría. Era como unaaraña de cinco patas de acero ardiente que se comprimían contra mi antebrazo. Podía ver en la total oscuridad los ojos fosforescentes de mamá. Todo su rostro rojizo y deforme me miraba fijamente. Mi corazón estaba a punto de estallar cuando la sala se iluminó desde el fondo. Un asistente había corrido unas persianas metálicas y la luz del amanecer ingresó en la morgue.

En una de lashabitaciones, una de las enfermeras me ayudaba a vestir el cuerpo. Está casi en los huesos. Y tiene los ojos abiertos… -me dijo-. Si –respondí-. Soportó un cáncer que prácticamente la había consumido, pero ella resistía. Como no podía darle los cuidados que necesitaba, la interné en un geriátrico. Los dolores que sufría desde hace tantos años sólo se calmaban con unas drogas especiales que costaban unafortuna diaria. Vendí una de mis casas para poder pagar. Y estaba a punto de tener que hipotecar la casa donde vivo. La enfermedad consumió joyas, autos, muebles. Estábamos vendiendo prácticamente todo. Pero ella resistía. La enfermera salió un instante de la habitación. Yo estaba sentado en una silla al lado de la cama, con los codos apoyados en las rodillas y cabizbajo, cuando escuché un suspiro,...