Horror

En manos de Dios.

Ese domingo se dirigió a la iglesia para contarle en confesión al padre lo que durante muchos años le había venido envenenando. Sabía que ya no era necesario seguir guardandoningún acontecimiento, entonces se dio a la tarea de trasplantar ese veneno a la consciencia de otro ser. Sabía que era mejor dejarlo en manos de Dios.

Se arrodillo y arrojando con fuerza laspalabras como lanzando piedras a un estanque lo escupió todo.

Escuche usted padre, él fue el que tuvo la culpa, eso no fue un asesinato sino un suicidio; era como si durante muchos años él hubieraplanificado su muerte, yo sentía que me decía indirectamente mátame. -Pero hija-. No, escuche padre, ésta cicatriz en la frente fue un golpe que me dio una noche que llegó borracho, y ésta mano me lafracturo en tres veces y ni le muestro la espalda; viera usted, mire aquí, aquí me apago un tabaco una vez… Padre usted no sabe el infierno.

Una no tiene la culpa padre, mire yo luche, yo nuncaquise hacerle daño, yo lo amaba, y los niños… Bueno eso es otra cosa que no olvido, los tenia intimidados, encerrados en un cuarto en la parte de atrás de la casa.
-Los niños son la bendiciónhija-
Sí, si yo lo sé, ellos son la bendición.

Esa noche como de costumbre me golpeó, acertó con tanta fuerza sus golpes que mis mejillas tomaron por un largo rato la forma de sus puños.
Laclavícula me la fracturo en dos partes, yo no sé cómo. Yo no me di cuenta. Cuando eso pasaba mi cuerpo se volvía como un saco de café, como una de esas tripas que golpean los boxeadores. Ya en el piso meenroscaba como un ciempiés y a él como que le daba más rabia, eso se volvía el mismo diablo. Que yo no gritara, que no dijera nada, lo enfurecía; entonces con más fuerza me golpeaba, me aprisionaba lacabeza entre el piso y sus zapatos y me gritaba palabras que por respeto al mismísimo Dios no repito.
Me escupía, y una vez padre, mire entre golpe y golpe intento echarme la cerveza encima, pero...