Hosl

Páginas: 16 (3941 palabras) Publicado: 15 de febrero de 2015
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MelemdkdiekdkdodMelemdkdiekdkdodMeAmelia atravesó la sobria quietud del pasillo, sintiéndose tan nerviosa como una novia primeriza mientras iba en busca de Cam. Era el momento de abrir su corazón, de ser honesta, de tener confianza, como nunca antes la había tenido, ni siquiera en sus momentos de intimidad. El latido delcorazón resonaba por todo su cuerpo, incluso en las puntas de los dedos de sus pies. Llegó a la habitación de Cam, allí la luz de la lámpara se filtraba a través de la hendidura de la puerta que estaba entreabierta.
Cam estaba sentado en la cama, todavía vestido. Tenía la cabeza inclinada, y las manos posadas sobre las rodillas en la postura de un hombre profundamente ensimismado en suspensamientos. Levantó la mirada cuando Amelia entró en la habitación y cerró la puerta.
—¿Qué sucede, amor?
—Yo… —Amelia se acercó vacilante—. Temo que no me permitas obtener lo que quiero.
Su lenta sonrisa le robó la respiración.
—Nunca te he negado nada. Y no es probable que vaya a empezar a hacerlo ahora.
Amelia se detuvo frente a él, introduciendo su falda entre las rodillas abiertas. La fragancialimpia, salada y refrescante de Cam flotó hacia sus orificios nasales.
—He venido hacerte una proposición —dijo, intentando moderar su tono—. Es muy sensata. Verás... —se detuvo para aclararse la garganta—. He estado pensado en tu problema.
—¿Qué problema? —Cam jugaba ligeramente con los pliegues de la falda, observando la cara de ella atentamente.
—Tu maldición de buena suerte. Sé comoliberarte de ella. Debes casarte con alguien que pertenezca a una familia que tenga mucha, pero mucha mala suerte. Una familia con muchas deudas. Entonces no tendrás que avergonzarte de tener tanto dinero, porque desaparecerá de tus manos tan pronto como llegue.
—Es muy sensato. —Cam acunó la mano temblorosa dentro de las suyas, presionándola en medio de sus cálidas palmas. Detuvo con su pie el de ella,que ya había empezado a golpetear el suelo—. Colibrí —le susurró—, no tienes por qué ponerte nerviosa conmigo.
Reuniendo su valor, Amelia barbotó:
—Quiero tu anillo. No quiero volver a quitármelo nunca. Quiero ser tu romni para siempre —hizo una pausa y sonrió apenada—, sea lo que sea lo que eso signifique.
—Mi novia. Mi esposa.
Amelia se quedó congelada un momento, con la garganta ahogadade deleite mientras sentía como él le deslizaba el anillo de oro en el dedo, hasta la base.
—Cuando estábamos con Leo, esta noche —dijo ella roncamente—, supe exactamente como se sintió al perder a Laura. Una vez me dijo que no podría entenderlo a menos que hubiera amado a alguien de la misma manera. Tenía razón. Esta noche mientras te veía junto a él… supe lo que pensaría en el último instante demi vida.
Él le acarició con el dedo la tierna superficie del nudillo.
—¿Sí, amor?
—Pensaría —continuó ella—: “Oh, si pudiera tener solo un día más junto a Cam. Viviría una vida entera en esas pocas horas”.
—Eso no es necesario —le aseguró él gentilmente—. Estadísticamente hablando, tendremos por lo menos diez mil o quince mil días para estar juntos.
—No quiero separarme de ti ni siquiera...
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