Hostoria del Arte
Desde las pinturas rupestres deLascaux al edificio de la Bauhaus de Dessau, apreciamos una constante en el esfuerzo creador del ser humano que gira espontáneamente en torno a la búsqueda de la armonía en las formas, en los colores, en los sentidos, en la utilidad de las estructuras. Para Gombrich no es cierto que el espíritu de una época predetermine la calidad de una obra; ni que la rueda del arte se mueva impulsada por las aguasde Heráclito que fluyen inexorablemente hacia un destino prefijado. Esa fe ciega en el progreso y el cambio, según él, ha adormecido el espíritu crítico, facilitando el desarrollo de una obsesión enfermiza por la aceptación de todo lo nuevo. Esa tolerancia sin límites, si bien abre nuevas oportunidades a nuevos artistas y tendencias, conlleva un gran peligro: el de la propia negación del artistaque, por vanguardista que pretenda parecer, debe mantener la aspiración de lo bello, de lo sublime, de la superación de las dificultades pictóricas, escultóricas o arquitectónicas que elevan su obra por encima de lo común. Lo que critica Gombrich no es la vuelta al primitivismo de Gauguin o Matisse, ni el expresionismo de Barlach o Kokoschka, que pretendían romper los arquetipos del arte burgués -«épater le bourgeois» -, sino la mediocridad en la que cae muchas veces el artista por la pereza de saber que haga lo haga su obra va ser aceptada por un público sin criterio. Del experimentalismo hemos pasado a la deconstrucción del arte como medio para anular al artista y ensalzar la mediocridad colectiva.
No obstante, el selecto recorrido por el que nos guía este gran maestro, desde elmisticismo de los primeros pobladores de la tierra hasta nuestros días, es una auténtica alegoría del poder creador delos grandes genios que nos legaron su esfuerzo y sabiduría.
Los egipcios representaron sus figuras conceptualmente, con unos patrones alejados de la realidad, pero siguiendo un orden que pretendía mostrar al espectador las principales partes del cuerpo humano en su forma máscaracterística. Así, en el retrato de Hesire, los ojos frontales se sitúan en una cabeza vista de lado; el tórax visto de frente sobre unas piernas laterales y, curiosamente, dos pies izquierdos. Estasimplicidad casi infantil guardaba un esquema racional y un orden no menos hermoso que en épocas posteriores.
El arte griego revolucionaría esta visión metafísica del artista mediante las formas...
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