Impuestos Ocultos
Forbes México
Cecilia Durán Mena
Los impuestos ocultos, que casi nadie documenta, son esos cargos velados que los ciudadanos pagamos sí o sí, para los cuales no hay estrategia tributaria que valga ni escapatoria posible.
Hay un tema en el que la Humanidad está de acuerdo con independencia de nacionalidad, credo, preferencia sexual o posición social: anadie le gusta pagar impuestos. El que diga lo contrario está mintiendo, está haciendo una declaración para quedar bien o está loco. Ni al secretario de Hacienda le gusta sacar dinero de su bolsa para traspasarlo al tesoro público. Tanto nos choca el tema tributario que cualquier esfuerzo que se haga por pagar menos parece poco y estamos dispuestos a someternos a una serie de tormentos, comotrámites y procesos engorrosos, con tal de sufragar menos. En ocasiones, perdidos entre tanta estrategia fiscal, nos sale más caro el caldo que las albóndigas, pero la sensación de darle la vuelta al fisco nos llena de satisfacción. Sentimos que ganamos la partida.
Siempre nos parece que pagamos más de lo que recibimos a cambio, sin importar si somos mexicanos, ingleses, griegos, nigerianos o de cualquierlugar. Sin embargo entendemos que por gozar de los privilegios de vivir en sociedad tenemos que cumplir con nuestras obligaciones tributarias. Entonces, como un enfermo que tiene que tomar una medicina de sabor asqueroso, cerramos los ojos, apretamos la nariz y, sin mucha felicidad, pagamos lo que nos toca. Cumplimos. Pero una cosa es solventar impuestos que están contenidos en la ley, y otradistinta lidiar con los impuestos ocultos. Los fiscalistas que elaboran intrincadas estrategias para reducir o eliminar en forma lícita las cargas impositivas, no pueden hacer nada contra los impuestos ocultos. No hay planeación útil que valga en este rubro.
Los impuestos ocultos, que casi nadie documenta, son esos cargos velados que los ciudadanos pagamos sí o sí, para los cuales no hay estrategiatributaria que valga ni escapatoria posible. Son pagos que hace un ciudadano que no llegan a la ventanilla recaudadora de los gobiernos y que, sin duda, son su responsabilidad. Me refiero a los actos de corrupción. La descomposición del tejido social es un mal endémico que nos toca, nos afecta y nos perjudica siempre, sin importar si estamos dados de alta en el Registro Federal de Contribuyentes ono.
Este tipo de contribuciones funcionan como animales rastreros, que avanzan silenciosos y atacan a sus presas sorprendiéndolas y dejándolas en un estado de indefensión precisamente porque aparecen cuando nadie se lo espera. Gracias a la confusión, se cae en la trampa. Me sucedió a mí, le ha pasado a mucha gente y todos estamos en riesgo de padecerlo. Se manifiestan en todos niveles y concualquier tipo de sofisticación, desde las grandes esferas del círculo de poder hasta a las personas que incautamente salen de trabajar perfectamente ajenas a la posibilidad de convertirse en la siguiente víctima de extorsión.
Hace 15 días empecé a dar un taller de emprendimiento en el Centro de la Ciudad de México. La fascinación que ejercen los callejones, los ritmos tan distintos que vive esa zona dela ciudad, lo viejo de sus edificios, las vistas llenas de cúpulas de iglesias antiguas y la Torre Latinoamericana como cereza del pastel hicieron que la ilusión por ir a trabajar ganara dimensión. El jueves pasado salí del curso alrededor de las nueve de la noche. La calle estaba sola y oscura. Tomé la vía de Isabel la Católica, y al llegar a la esquina de República del Salvador quise dar vueltaa la derecha, pero un oficial me advirtió que la vuelta estaba prohibida, pues la calle es de uso exclusivo del Metrobús. Me eché en reversa de inmediato, sin siquiera haber pisado el carril prohibido. Retomé el camino, y 100 metros más adelante llegó un policía en motocicleta que me pidió que me orillara. Eligió el lugar más sombrío. Sentí la piel chinita y el estómago me dio un vuelco. ¿Y...
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