Inmigración De Mujeres Africanas En Buenos Aires

Tesis

“Inmigración de mujeres Africanas en la Argentina: La riqueza invisible”

Meta Kamara arregla su puesto en la esquina de Rivadavia y Alberti. Son las 10 de la mañana de un viernes de octubre; si todo sale bien a las 22 se irá a su casa. Meta despliega su caballete y coloca una valija negra por encima; la abre con un suave movimiento de muñeca y comienza a ordenar las piezas que esperavender: collares, cadenas, anillos y relojes. Meta se suma al grupo de inmigrantes africanos que todos los días busca ganarse la vida vendiendo bijouterie en las calles de Buenos Aires. Quien pase por su lado en la transitada avenida no adivinaría que quien atiende el precario local es en verdad una reconocida actriz y bailarina en su país.
Meta es una joven senegalesa de 27 años que viajó solaa la Argentina en busca de un futuro mejor, pero se encontró con la realidad de que aquí tampoco hay trabajo y de que, a pesar de su talento, los argentinos sólo ven en ella “a una mujer negra”.
Como Meta, muchas mujeres africanas que arribaron a la Argentina en los últimos años vieron que aquí más que su talento o capacidad, pesa su color. No importa si la nueva inmigración africana que llegóal país en los últimos años, desde el 2002 en adelante, trae consigo mayor o menor riqueza cultural e intelectual. Todo queda oculto para gran parte de una población blanca que, según dirán argentinos afro descendientes, ha invisibilizado a la población negra de nuestro país al intentar negar y borrar todo legado cultural bajo la falsa creencia de que “en la Argentina no hay negros”. Ladiscriminación y la violencia son moneda corriente en la vida de estas mujeres doblemente vulneradas, tanto por su género como por su raza.
Solange Kenghe nunca pensó en vivir en la Argentina. Cuando salió de Douala, capital financiera de Camerún, hace poco más de un año, lo hizo con la idea de realizar un intercambio en la Universidad Católica de Argentina y luego seguir su camino hacia Canadá, dondeestudiaría en la Universidad de Montreal, para lo cual ya había recibido una invitación y ultimado todos los detalles. El destino, no obstante, hizo que su plan quedara trunco luego de que la embajada de Canadá en nuestro país le negara la visa para viajar. Solange igualmente decidió quedarse. Pelear por un futuro mejor.
Solange es la séptima hija de una familia de 8 hermanos. Planeaba estarsólo dos semanas en la Argentina y, en un futuro, desarrollarse profesionalmente como abogada gracias al titulo que obtuvo en la Universidad Católica de África Central (UCAC), la más grande y prestigiosa de la región. En cambio, hoy, trabaja como mucama cama adentro en Santa Bárbara, un country de Tigre, donde las casas alcanzan valores de US$900.000 dólares y ella gana el salario mínimo de $1500pesos. Sueña con conseguir otro trabajo, uno acorde a su formación, pero siente que aquí, el color de su piel y su nacionalidad pesan más que su capacidad.
“Busqué trabajo por el diario y en portales de Internet”, comenta Solange; y recuerda: “Una vez llamé a un anuncio que había salido ese mismo día, cuando me atendieron por teléfono hablamos un rato y parecía todo bien; después me preguntaron dedonde era, y cuando dije Camerún, me dijeron que no había trabajo y cortaron”.
Catherine Vivianne Angalli tiene 29 años, es socióloga, y alquila, junto con Solange y Cristelle Nono, de 24, una habitación en una pensión de la calle Lacarra 337, en el barrio de Parque Avellaneda, en la Capital Federal. Catherine también es de Camerún, de la ciudad costera de Kribi, a 170 kilómetros de Douala.Comparte con las otras dos jóvenes, además de la pequeña habitación y una cama matrimonial donde duermen las tres en su día libre, un destino común. Ella también iba camino a Canadá, y a ella también le negaron la visa. Ahora, trabaja como empleada doméstica en la casa de una familia argentina en el barrio de Belgrano.
“Me acuerdo que una vez fui a una entrevista para un trabajo en un call center:...