Venezuela atraviesa, todavía, un largo proceso de decadencia que no muestra hasta ahora signos de mejora. El viejo modelo económico basado en los ingresos petroleros, elproteccionismo y la estatización avanzada de la economía ha colapsado, pero aún no se lo ha sustituido por una economía abierta y capaz de funcionar autónomamente; lamovilidad social ascendente que existió durante décadas se ha trocado en lo opuesto, en una movilidad descendente que arroja a una proporción cada vez mayor de gente avivir en la pobreza; la confianza en el sistema político, y en los partidos en particular, se ha erosionado a un grado extremo, sin que hayan aparecido alternativas queparezcan consistentes en el mediano plazo. En este contexto, complicado además por una crisis financiera y fiscal sin precedentes, pueden parecer hasta fútiles, para lamayoría de la población, las discusiones sobre el perfeccionamiento del sistema democrático que poseemos.
Es muy probable, y hasta cierto punto resulta inevitable, que enalgún momento se detenga esta prolongada etapa de retroceso y se asienten las bases para un nuevo modelo de organización societal. Pero es casi seguro también que esto noocurrirá antes de que la crisis presente se muestre en toda su magnitud, antes de que los problemas que confrontamos obliguen prácticamente a adoptar una solución seria,profunda, de largo plazo. Que esto pueda hacerse en democracia es, todavía, una posibilidad entre varias otras: existen riesgos para el sistema político que provienen dela propia actitud del ciudadano, de su descreimiento y su desinterés, de su compulsiva necesidad de encontrar soluciones para los problemas cotidianos, de su tendencia a
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