Inteligencia Emocional
No obstante, a medida que el autobús reptaba pesadamente por el laberintourbano, iba teniendo lugar una lenta y mágica transformación. El conductor inició, en voz alta, un diálogo consigo mismo, dirigido a todos los viajeros, en el que ibacomentando generosamente las escenas que desfilaban ante nuestros ojos: rebajas en esos grandes almacenes, una hermosa exposición en aquel museo y qué decir de la películarecién estrenada en el cine de la manzana siguiente. La evidente satisfacción que le producía hablarnos de las múltiples alternativas que ofrecía la ciudad eracontagiosa, y cada vez que un pasajero llegaba al final de su trayecto y descendía del vehículo, parecía haberse sacudido de encima el halo de irritación con el que subieray, cuando el conductor le despedía con un “¡Hasta la vista! ¡Que tenga buen día!”, todos respondían con una abierta sonrisa.”
Daniel Goleman
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