iyooo

Purgatorio, el juego del Diablo

Prólogo:

Cerrando los ojos
se apaga el universo.
Pequeño telón
para escenario tan inmenso

¿Te falta algo? ¿Te sientes sólo?
No importa,
pues un corazón grande
se llena con poco

Cayó el crepúsculo de la tarde y allí estaba Ludwig, inmerso en su música reflexionando mientras miraba por el cristal de su lado del bus; buscaba algún animal en elprecioso paisaje que dejaban los últimos rayos de luz sobre el monte. En el interior se oían charlas, risas, algún que otro ronquido y también el sonido de besos de unos enamorados.
De las 57 personas que viajaban en el autobús con él ninguno le dirigía la palabra a nuestro extraño protagonista que se hallaba solitario en un asiento con las mejillas puestas en su ventana. Medía uno setenta y pico,vestía con unos pantalones vaqueros anchos y una sudadera blanca y negra combinadas con unas zapatillas de deporte negras. Su pelo era largo y negro como el azabache al que le habían salido ya las primeras canas a causa de su entrada a la segunda década de vida, cejas pobladas; en su mirada perdida se apreciaban unos ojos verde oscuro que hacían contraste con sus labios rojizos que escondían unadentadura amarillenta a causa del tabaco pero perfectamente colocada. Curiosamente, de colmillos hacia atrás, sus dientes acababan la mayoría en una punta afilada, pero pocas veces sonreía y permitía ver aquella obra de la más azarosa naturaleza. El joven tenía la cara redonda y su barbilla siempre afeitada con minuciosidad, dejando debajo del labio inferior un triángulo de bello a modo de perilla.Una chica que estaba sentada delante se acercó a Ludwig, tomó el asiento libre y golpeó el hombro de éste, que parecía estar en otro mundo. Cuando se percató de que lo estaban llamando a él se giró asustado hasta que vio la cara de su compañera de viaje. Se quitó solo el auricular izquierdo y le preguntó con su habitual mueca de pasotismo extremo:
-¿Qué quieres?
-¿puedo sentarme aquí unrato?-Dijo ella con aire sereno
Ludwig asintió sin desfruncir el ceño y volvió la cabeza al paisaje
-¿Sabes? -Prosiguió la chica -llevas aquí como un año y no te he visto hablar con nadie aún.
-Llevo aquí un año y medio y nadie se ha dado cuenta de que existo, ¿De verdad pretendes que hable así con alguien?- Respondió sin apartar su moflete del cristal
-La gente piensa que eres de esos tipos queprefieren estar solos. Con esa actitud no me extraña que piensen mal…
-Oye –interrumpió el chico –Las únicas personas que me han dirigido alguna vez la palabra se han metido conmigo, siempre andan insultándome y criticándome sólo porque soy distinto.
-No todos son así, hay personas que nunca te han hecho nada y tampoco les has dado la oportunidad de conocerte
-Ya, esa es la cuestión, las personasque no hacen nada son las que mientras otros sí las hacen apartan la mirada o se las ríen.
-Yo no lo veo así, de verdad. –dijo la muchacha dejando un poco el tono de discusión
-¿Tú? ¿Tú qué vas a ver? A ti no es a quien te esconden las cosas o rompen por placer. Tú no eres la que llega a casa y lavas tu camiseta al darte cuenta de que el que tenías detrás se pasó la clase llenándotela deescupitajos. Tú no le tienes que mentir a tu madre diciéndole que todos los moratones que tienes son de jugar con tus compañeros para no decirles que te han pegado sólo por estar leyendo a solas en el recreo. Tú…
-Vale ya lo pillo. –Cortó de nuevo abochornada. –Yo sólo quería darte un poco de charla
-Mientes, vienes a pedirme el abrigo porque tu querido amigo no te lo deja. Prefiere que te hieles porvestir con una minifalda y una rebeca que casi no te tapa a pasar él un poco de frío.
-¿Nos estabas escuchando no? –Preguntó cabizbaja
-“Pídeselo al friki” ¿No? –dijo Ludwig mientras le tiraba a la cabeza su anorak. –Disfrútalo.
Dicho esto, se recolocó el auricular y volvió a lo de antes. La chica se levantó anonadada, se puso el chaquetón que le llegaba por los muslos, se sentó en su lugar...