Joaqu N Avila Lleg Un D A De Cochabamba

Páginas: 18 (4273 palabras) Publicado: 13 de marzo de 2015
Joaquín Avila llegó un día de Cochabamba, para ocupar un puesto de responsabilidad en la Aduana Nacional. Su distinción, sus modales suaves, su elegancia y una espontaneidad mal contenida de niño, tanto en el ademán como en la palabra, le conquistaron muy pronto nuestra simpatía.
No paso mucho tiempo sin que se hubiera incorporado del todo a nuestra existencia, es decir, a nuestra lucha. Despuésde cenar, nos reuníamos en el único hotel del pueblo: allí alrededor de una estufa a kerosén, charlábamos de mujeres, de política, o de alguna veta metálica hallada en la cordillera, noticia que descubría siempre los colmillos de la envidia. Los films, entonces mudos, no nos entusiasmaban, pues los proyectaban cada sábado en una escuela glacial, inadecuada para apreciar la triste comicidad de MaxLinder o de Chaplin. Preferíamos nuestras propias inquietudes y los temas rudos que se debaten a veces, a dentelladas. No había tertulia sin alcohol. Poco a poco a medida que se desgranaban las horas, los rostros parecían incendiarse. Las voces se volvían imperiosas y se cambiaban argumentos como bofetadas. Cada cual quería salir con la suya, es decir con sus obsesiones, para darles unaapariencia de verdad. El chocar de las bolas de un billar vecino o algún tango chirriado por un viejo disco, solían mezclarse a aquellas pendencias de cachorros.
Afuera, los astros tenían un resplandor tanto más extraordinario cuanto que la temperatura era más baja. El viento afilaba, glacial, sus navajas sobre las mejillas de escasos transeúntes. El menor ruido repercutía indefinidamente en el silenciometálico de la noche. De vez en cuando, a lo lejos, un perro aullaba de frío y el centinela del cuartel, para no dormirse, gritaba: ¡Alerta! Nunca pude explicarme aquella voz lúgubre. ¿Alerta? ¿Por qué? ¿Cuál era el peligro que nos acechaba? Tal vez una secreta confabulación de la cordillera y de la pampa para impedir que un inmigrante advenedizo, sin pendón ni caldera, pretendiera remediar algunaportentosa hazaña de la Conquista.
Una vez por semana, acontecimiento que nos congregaba a todos en la estación, pasaba el tren internacional La Paz - Antofagasta. Los pasajeros parecían mirarnos con lástima. Caballeros regordetes, el habano encendido, se paseaban en el anden con mujeres guapas envueltas en pieles perfumadas. Las admirábamos de lejos, en silencio, con un atisbo de concupiscencia.Luego, una campana anunciaba la partida.
Al alejarse en la noche traslúcida, el pitear de la locomotora parecía decirnos que allá, muy lejos, a la vera del mar, existían puertos de donde zarpaban vapores hacia Europa, a donde viajaban seguramente aquellas mujeres perturbadoras. Escuchábamos el llamado de la vida, muy luego acallado por el viento. Pero una sorda nostalgia, para unos acicate deambición, para otros motivos de  desaliento, nos roía el alma.
Había empero en Uyuni un sitio de regocijo regentado por Clotilde Esquivel, chilena vivaracha tildada de espía: el prostíbulo. Bajo su dirección vegetaban allí unas pocas mujerzuelas.  Para olvidar lo siniestro del pueblo, entre tangos y bostezos, hacían el recuento mental de sus ahorros con miras a una evasión que nunca se realizaría. Nolas visitábamos nunca. El ingreso era prohibido a los menores de edad. Por otra parte -punto capital- la casa no daba crédito. Todo era al contado: las copas y el amor. Muy de tarde en tarde, se nos convidaba con sigilo, como a niños para el árbol de Navidad, a jugar Iota. La Rosa Pinto, una de las veteranas ya cuarentona, instalada en un sillón, como una matrona romana, cantaba los números concierto retintín.
Las mujeres miraban con desdén a los mozalbetes incautos y pobretones. Cuando el reloj daba las diez la Clota se ponía de pie y ordenaba: "!Ahora niños, a casita! Tenemos anunciada la visita de gente importante". Cabizbajos, temerosos de la soledad regresábamos al hotel, mientras que algún compañero aficionado a juergas baratas desaparecía en las sombras de la calle del Peligro....
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