Jose María Eguren

José María Eguren: presentador de realidades


Dentro de los estudios de la poesía de José María Eguren, es un lugar común señalar que su obra irrumpe en el medio peruano como la afianzadora de la sugerencia, dejando atrás la fácil declamación de Chocano (decimos afianzadora y no iniciadora, pues en los versos de González Prada se logra apreciar este inaugural intento; este síntoma, sinembargo, no es cuestión excepcional que suceda en literatura, por ejemplo, se suele señalar que Flaubert inventó el discurso indirecto libre en narrativa, cuando, en realidad, fue su perfeccionador). La sugerencia es uno de los pilares en los cuales se sustenta la estética de la poesía simbolista francesa –como exacto resumen sirven las conocidas palabras “el poema debe sugerir, no mostrar”–; ¿cuálsería el medio, entonces, para que su empresa se cumpla?; con perspicacia advirtieron, sobre todo Verlaine y Mallarmé, su roca para el cincel: lo visual, la imagen. Es indudable que esta certeza la recogieron de la escuela plástica entonces en boga: el impresionismo. Ellos propugnaban y concretizaban la deformación de la realidad en sus pinturas a través de los usos de los matices de la luz. Lossimbolistas, suponemos, primero con fascinación ponderaron esta idea; luego, con convicción.
Los modernistas heredaron este precepto.
En los poemas de Rubén Darío, la exquisitez verbal es utilizada para brindar un placer sensitivo tanto auditivo como visual:

Una selva suntuosa
en el azul celeste su rudo perfil calca.
Un camino. La tierra es de color de rosa,
cual la que pinta fra DoménicoCavalca
en sus Vidas de santos. Se ven extrañas flores
de la flora gloriosa de los cuentos azules,
y entre las ramas encantadas, papemores
cuyo canto extasiara de amor a los bulbules.

Otra característica que hallamos en estos versos es la predisposición a la descripción, una imagen no es suficiente sino se pone en marcha un mecanismo retórico que trata de ilustrar el referente; en suma, elcontinuum de la descripción es un elemento significativo para el modernismo.
José Santos Chocano ostenta el mérito de ser el representante por antonomasia del modernismo en el Perú. En él encontramos la cima y la sima de esta escuela. Lo primero debido a la profundidad emocional que podemos obtener al asomar nuestra incredulidad (alimentada por los prejuicios que contra su poesía imperan) antecálidos versos como estos:

Odio el rumor con que hablan los cenáculos: odio
los aglutinamientos de las conjuraciones.
A los veintiún puñales, prefiero yo el de Harmodio.
El solo César vale por todas sus legiones.

La soledad es fuerte: lo dice el Himalaya.
¿Qué vale el ser un grano de arena de la playa?
Aislándose el diamante constela su fulgor.
Lo que importa entre el denso follaje es el serflor.

La flor pone su aroma sobre los cuatro vientos.
Soy dueño de mí mismo; pero me entrego a todos.
Mi musa da un pedazo de pan a los hambrientos;
pero no da una gota de vino a los beodos.

No quiero ser la oveja, ni quiero ser el guía:
Mi verso es para todos; pero mi musa es mía.

La sima, sin embargo, también es patente en él; tan sólo mencionemos su celebérrimo “Los caballos delos conquistadores”, donde la elocuencia gárrula silencia cualquier bondad lírica.
Con Chocano confirmamos que no se puede ser buen poeta todo el tiempo.
El modernismo desplazó al anquilosado romanticismo poético castellano; ¿cómo lo hizo? Pues usufructuó efervescentemente la sugerencia y la musicalidad de las palabras (creo que quedó demostrado cuando mencioné la importancia que para ellos poseela descripción poética como significativo recurso). Eguren, en cambio, usufructuó la sugerencia de los silencios.
Antes de continuar, detengámonos en considerar si la poesía necesita inexorablemente de imágenes; si la poesía de por sí es imagen. La respuesta que desde un comienzo ensayamos es negativa. Para comprobar lo anteriormente dicho, bastará ejemplificar con los siguientes versos:...