jugos y licuados

Jugos, licuados y frutas frescas
Si bien mi edad, mi vida social y mi sedentarismo no compaginan con el sano deporte del jogging, siempre que tengo la oportunidad y las ganas, me levanto temprano, me calzo los tenis, desempolvo la ropa deportiva, me doy una vuelta por los viveros con trabajos y de paso me hecho un taco de ojo con algunas de las entusiastas corredoras que despliegan sus encantosen el pretensioso coyoacan…
A eso de las 10:00 am ya devuelta sacrosanto hogar, hago la parada obligada para desayunar un agua y un ¨coptel¨ de frutas. Sin prisas, tomo asiento en el local de Rogelio, mi frutero de toda la vida.
UN DOMINGO CUALQUIERA.
Vale la pena describir el comercio ubicado en el interior del mercado del barrio, esta forrado de mosaicos de color crema, con una larga barrapara que, los comensales demos cuenta de los cocteles y jugos que ahí se preparan. En las vitrinas, rebanadas de sandia, melón, papaya y mango lucen orgullosas sus colores, flanqueadas por las redondas naranjas y toronjas, las sonrojadas fresas, los modestos nopales, los apios melenudos y los limones montoneros.
Más allá, las botellas de miel, los vi troleros con granola, germen y salvado detrigo, chocolate en polvo y avena en hojuelas. Las licuadoras impecables nos amenazaban con sus afiladas aspas, y la multitud de vasos recién lavados se acomodan como soldados en filas rigurosas, mientras, Rogelio hace musculo accionando el exprimidor de naranjas, y su asistente enciende la ruidosa maquina de batir esquimos. La clientela es variopinta: desde familias clase medieras que quierendesayunar sano hasta jóvenes y no tan jóvenes que buscan un remedio contra la resaca que traen a cuestas, pasando por deportistas y psudodeportistas como yo. Todo un espectáculo, un sinfín de olores, un gusto mañanero.
Cuando estoy a la mitad de mi plato de papaya, veo llegar al puesto una señora como de 40 años, entradita en carnes, enfundada en unos pants rosas que ostentan una conocida marca-imitación, por supuesto-, con una gorra que contiene a juego su melena rubia- teñida, por supuesto- sin bañar ni peinar; luce además unos lentes obscuros con armazón dorado con la nariz operada y uñas de silicón con incrustaciones también doradas; en una mano, porta el monedero de marca- pirata, por supuesto-y las llaves de su camioneta; con la otra mano llena de alhajas- de fantasía, por supuesto-,hace señas para llamar la atención de Rogelio, al tiempo que grita:
Joven, ¿Si le encargo un coctel de frutas, surtido, grande, con miel, chantillí y granola, y un licuado de litro de mamey, fresa y salvado, con mucha canela, y leche light por favor?...
Leche light, lo peor del caso- pienso yo- no es la bomba de azucares y grasas que esta rubia dorada esta apunto de zamparse, si no que, de seguro,ella está convencida que su desayuno, con todo y su leche descremada, es lo más sano del mundo…
Vitaminas para llevar
No sé si existan en otras partes del mundo, o si alguna otra ciudad mexicana cuente con ellos en alguna otra proporción comparable a la de México, pero ahí están: ubicuos, puntuales y eficaces, como una especie de sistema linfático, una multitud de puestos fijos y semifijos queexpenden potentes y sabrosas dosis de vitaminas en forma líquida, fresca y recién exprimida y licuada, despachada en prácticos- y anti ecológicos- vasos de poliuretano o Unicef, y asean chicos – 350 ml.- , medianos-, medio litro- grandes- de litro.
Incluso antes de amanecer muchísimos citadinos inician su trajín cotidiano proveyendo su organismo de un juguito de naranja o de toronja-especialmente en época del frio-, o del que se extrae de la zanahoria o de betabeles, que también son muy taquilleros. Otros tantos que en su prisa de madrugada no tuvieron tiempo de preparase un sándwich- o como dirían en Tlaxcala..., dejar desayunado-, recurren a un licuado paera espantar al hambre traidora que hace crujir a las tripas en el atestado transporte publico: fresa, avena, mamey, chocolate,...