killer sentimental
..... Me había inmiscuido en lo que no me importaba, me preocupaban las razones por las que debía eliminar a un hombre,acababa de golpear a un agente de la DEA y, por si fuera poco, la imagen de mi minón francés aparecía a dolorosos intervalos en mi memoria, como el anuncio de algo que jamás podría comprar.
..... Aldescubrirme en un mar de alfombras, tapices, narguiles, espantosas litografías de paisaje, retratos de Jomeini y otras baratijas orientales, supe que estaba, sin habérmelo propuesto, en el Gran Bazar.La mezcla de incienso y pachulí hacía el aire irrespirable. Los vendedores asediaban a los turistas y éstos se dedicaban a sobar alfombras con displicencia. Dos bigotudos se me acercaron sonrientes;uno de ellos sostenía un tapiz enrollado en los brazos y el otro me saludó con una inclinación de cabeza.
..... -Tenemos con toda seguridad lo que busca el señor. Si nos hace el honor de aceptaruna taza de té, podremos discutir el precio- dijo con ademanes de Alí Babá.
..... -Lo siento. No tengo intención de comprar nada -respondí.
..... -Le ruego que eche una mirada, una sola, a laincomparable calidad de nuestros tejidos -sugirió, al tiempo que le hacía un gesto a su acompañante.
.... Éste levantó el tapiz enrollado hasta casi rozarme la nariz. Entre los pliegues asomaban los doscañones de una escopeta. Esta vez fui yo quien inclinó la cabeza con humildad, aceptando la invitación para saborear una taza de té en el Gran Bazar de Estambul.
..... Los dos hombres me condujeronhasta el cuarto trasero de una tienda. Allí, el de la escopeta me señaló un cojin mientras el otro se comunicaba con alguien por un teléfono celular.
..... Cuando terminó de hablar, recobró el tono...
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