King Stephen Maleficio Como Richard Bachman

Páginas: 403 (100643 palabras) Publicado: 23 de agosto de 2015
Maleficio

Stephen King
Con el nombre de Richard Bachman

EMECÉ EDITORES
Título original: Thinner
Copyright © 1984 by Richard Bachman
All rights reserved
Quolations forra "Mr. Bojangles", by Jerry JeffWalker.
Copyright © 1968 by Cotillion Music Inc. - Daniel Music Inc.
Used by permission, All rights reserved.
© Emecé Editores, S.A, 1986
Alsina 2062 - Buenos Aires, Argentina
Ediciones anteriores:10.000 ejemplares. 3a impresión en offset: 2.000 ejemplares.
Impreso en Compañía Impresora Argentina S.A., Alsina 2041/49,
Buenos Aires, septiembre de 1986
IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723.
I.S.B.N.: 950-04-0579-2 8.621

A mi esposa
Claudia Inez Bachman

Capítulo I
Ciento uno
—Más delgado —susurró el viejo gitano de narizmacilenta a William Halleck,
mientras éste y su esposa, Heidi, salían del juzgado.
Sólo una palabra, emitida con su aliento dulzón y empalagoso.
—Más delgado.
Y antes de que Halleck pudiera apartarse, el viejo gitano alargó la mano y
acarició su mejilla con un dedo contrahecho. Sus labios se ofrecían abiertos como una
herida, mostrando unos pocos dientes que sobresalían de sus encías. Eran verdes ynegruzcos. Su lengua se retorció entre ellos y luego se deslizó por sus sonrientes y
amargos labios.
—Más delgado.
Este recuerdo asaltó a Billy Halleck, oportunamente, mientras se hallaba de pie
en la balanza, a las siete de la mañana, con una toalla enrollada a la cintura. El aroma
de los huevos con tocino llegaba desde el piso de abajo. Tuvo que inclinarse
levemente hacia delante para leer losnúmeros. Bueno..., en realidad, tuvo que
inclinarse hacia delante algo más que levemente. En realidad, se inclinó más de la
cuenta. Era un hombre gordo. Demasiado grueso, como al doctor Houston le gustaba
decir.
Por si alguien no te lo dice, permíteme informarte —le había dicho Houston
después de su último chequeo—. Un hombre de tu edad, ingresos y hábitos entra en
el club del infarto, más o menos, a lostreinta y ocho años, Billy. Tienes que perder
algo de peso.
Pero esa mañana había buenas noticias. Había bajado casi un kilo y medio, de
ciento tres a ciento uno y medio.
Bueno..., en realidad el peso dio ciento cuatro la última vez que tuvo el valor de
ponerse allí a echar un vistazo, pero llevaba los pantalones puestos, y algunas
monedas sueltas en los bolsillos, sin mencionar su llavero y sucuchillo del ejército
suizo, y la balanza del cuarto de baño del piso de arriba tenía tendencia a marcar de
más... Estaba moralmente seguro de ello.
Y como buen muchacho criado en Nueva York, había oído que los gitanos tenían
el don déla profecía. Tal vez ésta fuese la prueba. Trató de reírse y sólo pudo emitir
una breve y no muy lograda sonrisa; aún era demasiado pronto para reírse de los
gitanos.El tiempo pasaría y las cosas se verían en perspectiva; era lo suficientemente
mayor como para saberlo. Pero aún le ponía enfermo su barriga demasiado
prominente al pensar en los gitanos, y deseaba de todo corazón no ver ninguno más
en su vida. A partir de ese momento dejaría de lado la lectura de la mano en las
fiestas y se mostraría partidario del tablero guija. Eso es...
-¿Billy?
La voz veníadel piso de abajo.
— ¡Ya voy!
Se vistió, notando con un malestar casi subliminal que, a pesar de haber
adelgazado casi un kilo y medio, la cintura de sus pantalones le quedaba apretada de
nuevo. Su cintura medía en ese momento ciento siete centímetros. Había dejado de
fumar, exactamente, a las 12:01 del día de Año nuevo, pero tuvo que pagarlo. Oh, y
de qué manera. Se dirigió al piso de abajo con elcuello desabrochado y la corbata
colgando. Linda, su hija mayor de catorce años, salía por la puerta con un revuelo de
falda y el vaivén de su cola de caballo, atada aquella mañana con una cinta muy sexy
de terciopelo. Llevaba los libros debajo del brazo. Dos llamativas borlas de
animadora, púrpuras y blancas, se rozaban en su otra mano.
—¡Adiós, papi!
—Que lo pases bien, Lin.
Se sentó a la...
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