Kleenex, Metáfora Poderosa.

Es un insumo inevitable, felizmente renovable como las lágrimas de los que lloramos de pena o alegría.Sara está muy molesta conmigo porque le he lanzado una preguntacerrada que no le gusta y evita tocar un tema que evidentemente la irrita. Otras cuestiones (conceptuales, académicas, morales) las acoge siempre con gusto y se abre a todas lasposibilidades y horizontes. Es crítica, analítica, inteligente, creativa y divertida. Prefiere los libros y el cine antes que a las fiestas y se ciñe a las normas de unaconducta aceptada y aceptable.Mira la caja (Kleenex) de reojo mientras por sus mejillas corren algunas gotitas saladas que expresan sentimientos profundos. Al jalar la puntade una de las hojas de papel, varias se desparraman entre la abertura y el filo de la cama donde está sentada. Se seca el rostro. No hace nada con el papel que está partedentro y parte fuera. Al cabo de unos instantes, mira nuevamente la caga y afirma: – Si las meto se van a arrugar.
– ¿Y si no?, le pregunto.
– Quizá nadie las agarreporque van a pensar que están usadas, responde.De pronto entendí que esto es lo que ocurre en muchas relaciones, ciertamente lo que está en juego en una terapia: ¿qué denuestro mundo interno compartimos, sacamos a la luz, sirve?, ¿qué se queda adentro porque hemos perdido la esperanza de poder utilizarlo con otra persona; o descansa abandonadofuera sin que nadie lo recoja, lo comprenda, ni nosotros ni otros; o lo sentimos arrugado, feo, sucio, indeseable?Gracias al papel tissue –las metáforas son poderosas–pude comenzar a explorar avenidas menos cómodas para ella y entender que nada es demasiado sucio, ni inútil, ni arrugado como para que no pueda hacer crecer una relación.