la carta


jose estuvo aqui asiendo de las suyas cuando llego maxi y se lo encontro lo regaño y le pego wuqegfjwbedcokrjnbv ruvh ijrnfiuhinjfve fuhvjfvljbiufhvñwnedljkbfied fknvñjhñkgb3jrbiuhdfvnerfnbjihbierknhjñirkjrngjbñfihvkwnedkbfniñuhribhkjrtnb fhbñortnbñknrfñjvhifvlknfkmnbñjivhifrb rjnvñjnfvbñjdhfkjgñkjdgfikajdsnfjbfksdjhfñañaekrjhfañkjdbvjr jngknjihkrbgihifvnbrjhgiñofv jnknjhdgnkjdafnvñhoifjgjgjgadñfgknbrjgbuhfr gjgkjejfjneqbf,hgnebhadf vfhljdfvkbñjhbihnvjkbfivuhdfknv fvhkfnvkjbivfjbljhbvlknrgkñj wrhrkwjfhklnfrbwhñsn wrhwkerjnkjebvcuefnerjbiuhgkejrbgierhgkenr gerignwjkerngijwehg
SU E Ñ O SDE UN MÄ G O
Aquella tarde no parecía distinta a otras tardes aletargadas bajo el murmullo de
las voces anónimas y soterradas que inundaban la taberna cuyo nombre Rosa
de los Vientos augurabarumbos abiertos a la aventura de lo imposible. De
pronto, una melodía sutil acarició mis oídos provocando el recuerdo de historias
pasadas y vividas en tiempos clandestinos cubiertos por elemocionante riesgo
de quienes se saben vulnerables tan solo por lo intangible. Eran los días
corsarios en los que transitábamos por el mar de la arena triste al socaire de
tonadas filibusteras teñidaspor el amor a lo prohibido. Fue entonces cuando le
conocí, poco importan las especiales circunstancias en las que se produjo
nuestro encuentro, pero de inmediato supe que seríamos camaradas unidospor
pasiones comunes, pues en verdad, él era el hombre al que gustaba inventar sus
propios sueños sin lamentos ni tabúes que impidieran hacer de su cuerpo delito.
Parecía mi amigo envuelto por latristeza de un amor perdido en la niebla de la
indecisión y puedo sostener que acaso se me antojó en él una dualidad invisible
en ojos extraños, pero cercana en aquellos que le intentábamosconocer un
poco más. Sin duda, yo no podía ayudarle a elegir el beso o camino apropiados
en su transitar hacia una sierra frondosa en la que solo parecían llover penas.
Pero, no obstante, si que...