La_conciencia

Páginas: 12 (2764 palabras) Publicado: 10 de noviembre de 2015
La conciencia
Ana María Matute

Ya  no podía más. Estaba convencida de que no podría resistir más tiempo la presencia de aquel odioso vagabundo. Estaba decidida a terminar. Acabar de una vez, por malo que fuera, antes que soportar su tiranía.
Llevaba cerca de quince días en aquella lucha. Lo que no comprendía era la tolerancia de Antonio para con aquel hombre. No: verdaderamente, era extraño.El vagabundo pidió hospitalidad por una noche: la noche del Miércoles de ceniza, exactamente, cuando se batía el viento arrastrando un polvo negruzco, arremolinado, que azotaba los vidrios de las ventanas con un crujido reseco. Luego, el viento cesó. Llegó una calma extraña a la tierra, y ella pensó, mientras cerraba y ajustaba los postigos:
-No me gusta esta calma.
Efectivamente, no había echadoaún el pasador de la puerta cuando llegó aquel hombre. Oyó su llamada sonando atrás, en la puertecilla de la cocina:
-Posadera ...
Mariana tuvo un sobresalto. El hombre, viejo y andrajoso, estaba allí, con el sombrero en la mano, en actitud de mendigar.
-Dios le ampare ... - empezó a decir. Pero los ojillos del vagabundo le miraban de un modo extraño. De un modo que le cortó las palabras.
-Estoysola - dijo Mariana secamente -. Quiero decir ... cuando mi marido está por los caminos no quiero gente desconocida en casa. Vete, y que Dios te ampare.
Pero el vagabundo se estaba quieto, mirándola. Lentamente, se puso su sombrero, y dijo:
-Soy un pobre viejo, posadera. Nunca hice mal a nadie. Pido bien poco: un pedazo de pan ...
-Bueno - dijo -. Está bien ... Pero sólo por esta noche. Que mañanacuando me levante no te encuentre aquí...
El viejo se inclinó, sonriendo, y dijo un extraño romance de gracias.    
A la mañana siguiente, al bajar a la cocina, daban las ocho en el reloj de sobre la cómoda. Sólo entrar se quedó sorprendida e irritada. Sentado a la mesa, tranquilo y reposado, el vagabundo desayunaba opíparamente: huevos fritos, un gran trozo de pan tierno, vino ... Mariana sintió uncoletazo de ira, tal vez entremezclado de temor. Dio media vuelta, y desasosegada salió por la puerta de la cocina, hacia el huerto.
El día amaneció gris, pero la lluvia había cesado. Mariana se estremeció de frío. La hierba estaba empapada, y allá lejos la carretera se borraba en una neblina sutil. Oyó detrás de ella la voz del viejo, y sin querer, apretó las manos una contra otra.
-Quisierahablarle algo, señora posadera... Algo sin importancia.
Mariana siguió inmóvil, mirando hacia la carretera.
 -Yo soy un viejo vagabundo ... pero a veces, los  vagabundos se enteran de las cosas. Sí: yo estaba  allí. Yo lo vi, señora posadera. Lo vi, con estos ojos…
Mariana abrió la boca. Pero no pudo decir nada.
-¿Qué estás hablando ahí, perro? - dijo -. ¡Te advierto que mi marido llegará con elcarro a las diez, y no aguanta bromas de nadie!
-Ya lo sé, ya lo sé que no aguanta bromas de nadie! -dijo el vagabundo. Por eso , no querrá que sepa ... nada de lo que yo vi aquel día. ¿No es verdad? 
 Mariana se volvió rápidamente. La ira había desaparecido. Su corazón latía, confuso. "¿Qué dice? ¿Qué es lo que sabe ... ? ¿Qué es lo que vio?" Pero ató su lengua. Se limitó a mirarle, llena de odio yde miedo. El viejo sonreía con sus encías sucias y peladas.
-Me quedaré aquí un tiempo, buena posadera: sí, un tiempo, para reponer fuerzas, hasta que vuelva el sol . Porque ya soy viejo y tengo las piernas muy cansadas. Muy cansadas ...
Mariana echó a correr. El viento, fino, le daba en cara. Cuando llegó al borde del pozo se paró. El  corazón parecía salírsele del pecho.
Aquél fue el primer día.Luego, llegó Antonio con el carro. Antonio subía mercancías de Palomar, cada semana. Además de posaderos, tenían el único comercio de la aldea. Su casa, ancha y grande, rodeada por el  huerto, estaba a la entrada del pueblo. Vivían con desahogo y en el pueblo Antonio tenía fama de rico. “Fama de rico”, pensaba Mariana, desazonada. Desde llegada del odioso vagabundo, estaba pálida, desganada. “...
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