La_confesion

La confesión

“Ave María Purísima”, me dijo el sacerdote ni bien me arrodillé en el confesionario, y si bien hacía muchos años que no me confesaba, recordaba perfectamente desde niño las palabras que dije a continuación, “sin pecado concebida”.
La primera confesión fue que tuve reconocer que hacía muchos años que no iba a la iglesia, y que me arrepentía de eso, como si el hecho de que nohubiera sido así, es decir si hubiera ido puntualmente a misa todos los domingos de mi vida, me hubiera evitado llegar a cometer la barbarie que cometimos, o mas bien debo decir que cometí, porque si de confesión se trata, esta es individual.
“¿Cual es su nombre?”, escuche que me preguntaba el cura, para sacarme de mis elucubraciones de las que seguramente se había percatado.
“Gervasio Palmo, señor”,contesté y me di cuenta inmediatamente que no era forma de dirigirme, incluso antes que el confesor me lo hiciera saber. “¡Padre!” continué, corrigiéndome, “necesito su bendición porque he pecado, y requiere de mucho coraje enunciar las palabras que lo cuenten, y yo soy incapaz de juntarlo en cantidad necesaria siquiera para comenzar”.
“El señor está en tu corazón, para fortalecerte; y en tuslabios para que puedas hacer la confesión adecuada”, me dijo. Necesitaba respirar profunda y profusamente para liberar la madeja de nervios que tenía en mi interior, pero el profundo aroma que emanaba de la madera lustrada del confesionario mezclado con otros olores que supuse de flores, mármol, cera de velas y algún otro cuyo origen no distinguía ni imaginaba, transformaba cada inspiración en undolor agudo en mi interior. No un dolor físico, sino espiritual. Como si algo que repentinamente tomaba forma dentro de mí, inmediatamente después se astillara y me provocara esa angustia intolerable . . .
“Puede comenzar Gervasio”, me dijo otra vez el cura, al que supuse impaciente por el tono en que me lo dijo, y que logró intimidarme de tal forma que le solté, “He bebido, Padre”, como mepareció insuficiente para arrancar la confesión, agregué que había bebido mucho, copiosamente creo que dije, y maté a un hombre, dijo alguien desde mi interior, “¡matamos!”, agregué yo desde el exterior, con plena conciencia de que esto último lo decía para moderar un poco mi responsabilidad.
El silencio que siguió a continuación de esas palabras me obligó a continuar, o para decirlo correctamente, ainiciar mi relato:
“El acontecimiento que nos reunió era un bautismo, organizado como de costumbre por la Señora Sauza, que, como siempre lo hacía se ocupó de todos los detalles en forma impecable. Los adornos, las mesas, la comida, la bebida. Somos gente trabajadora, humilde si se quiere, pero las fiestas son muy dignas. Y divertidas. Algunos bailaron distintos tipos de bailes y comimos muchotambién, mientras Pituco se esmeraba en mezclar las bebidas en todas las combinaciones posibles, preparando distintas copas con el resultante de esas combinaciones, que comenzamos a beber sin importarnos en ponernos un limite, y digo ponernos y no ponerme porque si bien yo se que la confesión es individual, la falta de limites a la ingesta de esas mezclas fue colectiva, como colectivos fueron todoslos hechos que sucedieron de ahí en adelante, y las responsabilidades también, aunque yo me vengo a hacer cargo de las mías solamente. Y con esto no quiero moderar mis responsabilidades en el asunto, sino que quiero contar en detalle todos los sucesos para hacer completa mi confesión. Al momento en que bajó a la fiesta el relojero del barrio, el Señor Romagán, creo que ya estábamos ebrios, nose si todos, pero la mayoría seguro, aunque esto no evitó, o pensándolo bien diría que promovió el hecho de tratar de que el relojero llegara al mismo estado de ebriedad que todos teníamos. Comenzó a tomar una copa tras otra, que nosotros le fuimos convidando a medida que Pituco las iba preparando, mientras socarronamente le hablábamos alagándolo, hasta una niña le tocaba la joroba y le decía...