La Cosa No Pasaba De Ser Una De Aquellas Que Uno No Espera.
Perdido, estupefacto y con la vista enfrente camino hacia la puerta. El cristal no reporta mal tiempo, de hecho hace llegar su cálida sensación de amistad y reconciliación con la buena predisposición necesaria para encarar la situación deabatimiento que pesa sobre los hombros. “Relajar el cuerpo” pienso mientras preparo una ligera sesión de entrenamiento, un baile improvisado para alejar a la Luz Mala pero-Detenimiento-, ¿Qué tan divertido puede llegar a ser un día en el que tengo que trabajar para poder ganarme algo de guita y poder tomarme el buque?; no vale la pena angustiarse y es mejor salir por la puerta, pero, ¿Dónde están lasllaves?. Preguntas que valen la pena. Debajo de los cuadernos no están, ni en la puerta tampoco, el pantalón es el mismo con el que me acosté mientras esperaba por el agua caliente (momento en el que relajo mis músculos y mis párpados se esconden como caracol del sol); debajo del borde del plato en el que tome mi desayuno, escondidas del ojo irritado y de las ojeras que visten mi cara, reposan lasllaves, el primer elemento para ir o entrar a cualquier puerta cerrada, sin considerar la ventana que a veces hay que forzar para poder entrar cuando la primera de las opciones queda fuera. La apertura al confort lo da un tema de Rancid: Fall Back Down, el bajo disipa el stress para hacerse cargo del bienestar que produce por un momento pensar en el mar.
Día soleado remedio contra el sopor. Caminodespejado, el vecino pasa enfrente:
Hijo de Puta, estas hecho pelota-
Si, vos como estas-
Bien, zafando la cara-
Conversación momentánea hasta la garita del cole a media cuadra de casa.
-¿Entonces…de donde sos Andrés?- le pregunto la chica frente a él, mientras en la camioneta sonaba un tema de Creedence especial para estos momentos, en los que tanto Andrés como yo –y todos los que estamos enla camioneta- solo buscamos alejarnos de un paisaje definido, sea la ciudad con sus edificios, sea el campo con su naturaleza. Nos miramos rápidamente antes de comenzar a hablar, encontrar alguien que nos lleve a la próxima parada había sido un golpe de suerte y un alivio, aunque caminar tampoco nos fastidiaba, llevábamos seis horas caminando sin quejarnos del clima que comenzaba a mostrar másrigor del que nos habían enseñado en la mañana, cuando partimos hacia la ruta, esperanzados como cada mañana por ver las montañas pintadas en el horizonte.- ¿Andrés…?-
Salí por la ventana prácticamente cagandome de risa, era inevitable que eso sucediera así como también que escuchara detrás de mí una puteada y una risotada. “Hijo de puta” me dijo mientras seguíamos corriendo hasta dar con el portóny disminuir la marcha. Lo que habíamos hecho no tenía nada de malo, es más, era lo justo: hace dos días había olvidado las llaves en la casa de Oscar luego de dos semanas en las que había estado rodando por la ciudad y la laguna, entre asado, cartas, fogata y festejo; dos semanas en las que por las noches si alguien se iba a dormir vencido por la noche y el movimiento, yo me quedaba despierto...
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