La Extraña Existencia De Saria

J. Trovloba lo llamaban, nadie conocía su primer nombre, solamente su esposa, María, o Mary, como despectivamente los vecinos la nombraban, pues ni unosólo sucumbía ante la idea de que un alemán tan prestigiado como Trovloba pudiera vivir en total encierro con una mexicana regordeta, enana y de talante áspero.Por eso y muchos motivos, Mary nunca reveló el secreto, porque sólo así, en medio de rumores y desaprobaciones, se mantenía en boca de la gente, lo queacrecentaba el deleite que ella sentía de saberse la única dueña de toda la fortuna de su marido. La vida de ellos dos era un secreto bien guardado.

Nuncase le vio salir de su casa, y aunque algunas personas que lograban entrar lo describían como un ario de agudo ingenio tan equiparable con su bigote y enormebarba y una desorganización crónica al igual que su calva, nunca nadie pudo corroborar estas acusaciones.

A las ocho de la mañana cada 4 meses lellegaban camionetas cargadas con libros, los cuales nunca se dignó a recoger por su cuenta, se limitaba nada más a dar una limosna que llegaba hasta las manos delchofer por medio de Mary
.
En ciertas ocasiones se veian libros salir de su puerta, hojas de papel escritas y empastadas de maña manera y que alguienpasaba a recojerlas, seguramente escritos suyos ya que se rumoraba de su gran exito como escritor, rumor posiblemente cierto por que cada mañana unentrevistador se empesinaba con tentar la tolerancia de Mary con su arduos intentos por derrumbar la puerta mientras a coro de cada golpe elogiaba un texto de Trovloba.