La gaviota. Juan García Ponce (fragmento)

Juan García Ponce
La gaviota.
El tiempo, tan inexistente hasta entonces, pareció empezar a girar enloquecido a partir del sonido del disparo y sin embargo todo semejó ocurrir en un solo instante.La gaviota detuvo por ocmpleto su vuelo, quedándose inmóvil durante una eternidad, tan paralizada como él un momento antes ante Katina; simultáneamente, ella dio un grito que en apariencia se sumó alseco ruido del disparo y antes de que el sonido de la voz de ella desapareciera, la gaviota empezó a caer, como si de pronto su gracilidad se hubiera convertido en el peso muerto de una piedra.Katina nadó hacia la palya, salió corriendo del mar, y pasó junto a Luis como si éste no existiera, sin detenerse en su sobreexcitado camino hacia el punto detrás de la línea de arbustos en que había caídoel cuerpo de la gaviota. Instintivamente, volviendo aser él mismo sólo entonces desde el aparentemente irrecuperable pasado en que ella apareciera desnuda ante su mirada, Luis la guió. Katina habíapasado ya la barrera de arbustos y se dirigía hacia el cuerpo de la gaviota, que con las vastas alas extendidas manchadas por el rojo de su sangre yacía desecha sobre la arena tan blanca como ella,con la cabeza doblada en un giro roto sobre el pecho, cuando él logró alcanzarla y la detuvo tomándola por la cintura. Katina se revolvió en sus brazos, tratando de liberarse y gritándole en una mezclade español y alemán palabras sueltas de cuya suma se desprendía una única furia y desesperación. Sus cuerpos volvieron a confundirse, como en el mar cuando jugaban a los combates de caballos, pero loque los unía ahora era una misma violencia impotente. Luis sintió las uñas de Katina en el costado y sus dientes se le clavaron en un hombro. Cegado de furia, pero incapaz de golpearla, la derribósobre la arena, donde ella siguió revolviendose dueña de una fuerza hasta entonces desconocida para él, moviendo de un lado a otro la desordenada mancha negra de su pelo. Al fin logró inmovilizarla...