La Grandeza de la vida humana
El hombre, por su parte, comenzará a conocer el sentido de su destino último sólo si considerasu propia naturaleza recibida de Dios. Dios creó al hombre a su «imagen y semejanza» (Gén 1, 26). Esto implica que lo hizo capaz de conocer a Dios y de amarlo libremente, mientras que, como señor, rige todas las demás creaturas, las somete y usa de ellas(598). Esta capacidad se funda en la espiritualidad del alma humana. Porque ésta es creada en cada hombre inmediatamente por Dios(599), cadahombre existe como objeto de un acto concreto de amor creativo de Dios.
10.2. Dios no sólo creó al hombre, sino que ulteriormente lo puso en el Paraíso (Gén 2, 4); con esta imagen la Sagrada Escritura quiere expresar que el primer hombre fue constituido en cercanía y amistad con Dios(600). Se entiende entonces que por el pecado contra un precepto grave de Dios se pierde el Paraíso (Gén 3, 23-24),ya que tal pecado destruye la amistad del hombre con Dios.
Al pecado del primer hombre sigue la promesa de salvación (cf. Gén 3, 15), que, según la exégesis tanto judía como cristiana, había de ser aportada por el Mesías (cf. en conexión con la palabra óðÝñìá los LXX: á_ôüò y no á_ôü).
De hecho, en la plenitud de los tiempos, Dios «nos reconcilió consigo por Cristo» (2 Cor 5, 18). Es decir,«a quien no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros para que viniésemos a ser justicia de Dios en él» (2 Cor 5, 21). Movido por la misericordia «tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). La redención nos permite «desvelar la profundidad de aquel amor que no se echa atrás ante el extraordinario sacrificiodel Hijo, para colmar la fidelidad del Creador y Padre respecto a los hombres creados a su imagen y ya desde el "principio" elegidos para la gracia y la gloria»(601).
Jesús es el verdadero «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29). El perdón del pecado, obtenido por la muerte y resurrección de Cristo (cf. Rom 4, 25) no es meramente jurídico, sino que renueva al hombreinternamente(602), más aún lo eleva sobre su condición natural. Cristo ha sido enviado por el Padre «para que recibiéramos la filiación adoptiva» (Gál 4, 5). Si con fe viva creemos en su nombre, él nos da «poder de llegar a ser hijos de Dios» (cf. Jn 1, 12). De este modo entramos en la familia de Dios. El designio del Padre es que reproduzcamos «la imagen de su Hijo, para que sea él el primogénito entremuchos hermanos» (Rom 8, 29). Consecuentemente el Padre de Jesucristo se hace nuestro Padre (cf. Jn 20, 17).
Porque somos hijos del Padre en el Hijo, somos «también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo» (Rom 8, 17). Así aparece el sentido de la vida eterna que nos ha sido prometida, como participación en la herencia de Cristo: «somos ciudadanos del cielo» (Flp 3, 20), ya que conrespecto al cielo no somos «extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios» (Ef 2, 19).
10.3. Jesús al revelarnos los secretos de su Padre, pretende hacernos amigos suyos (cf. Jn 15, 15). Pero ninguna amistad puede imponerse. La amistad, como también la adopción, se ofrecen para ser libremente aceptadas o rechazadas. La felicidad celeste es la consumación de laamistad ofrecida gratuitamente por Cristo y libremente aceptada por el hombre. «Estar con Cristo» (Flp 1, 23), en situación de amigo, constituye la esencia de la eterna bienaventuranza celeste (cf. 2 Cor 5, 6-8; 1 Tes 4, 17). El tema de la visión de Dios «cara a cara» (1 Cor 13, 12; cf. 1 Jn 3, 2) debe entenderse como expresión de amistad íntima (cf. ya en Ex 33, 11: «Yahveh hablaba con Moisés cara...
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