LA HIJA DE UN SOLDADO NUNCA LLORA
Sí, son cuatro: papá Bill (Kris Kristofferson), mamá Marcella (Barbara Hershey), ambos norteamericanos residentes en París, hijos Channe y Billy. Pero Billyes adoptado. Y el primer capítulo –que lleva su nombre– está dedicado al cariñoso trámite mediante el cual se convierte en un hijo entrañable, como de la sangre. El segundo, intitulado "Francis",gira en torno de un compañerito de escuela de Channe marcadamente afeminado, talentoso entonador de operas y algo díscolo con el estudio. La historia arranca en la década del 60. Unas pocas y muyelegantes fachadas europeas y un tendal de sobrios decorados interiores (departamentos, colegios bilingües) vuelven a constituirse en el sustrato de las moderadas aventuras fílmicas de James Ivory (Lo quequeda del día, La mansión Howard). Signadas por los tiempos generosos (el film dura dos horas que transcurren sin prisa) y por una puesta teatral, puntillosa, en la que ningún detalle parece librado alazar ni, al mismo tiempo, demasiado relevante.
Los tiempos cambian y, con ellos, ciertos actores. La ascendente y refinada Leelee Sobieski encarna a Channe, ahora adolescente, y Jesse Bradford aBilly. La familia pondrá proa a Norteamérica por si las moscas: papá Bill, que es escritor, presiente que sus días están contados por una dolencia cardíaca y no quiere concluir su obra, ni morir, fuerade casa. Esto está tan anunciado –y con tanta antelación– que el fantasma de los golpes bajos empieza a planear muy prematuramente sobre el relato. El tramo estadounidense ofrece el desarrollo de la...
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