La Isla

Páginas: 71 (17712 palabras) Publicado: 17 de junio de 2012
LIBRO PRIMERO
LA ISLA

“La historia de Napoleón me
produce una impresión semejantea la del Apocalipsis de San Juan.
Todos sentimos como si debiesehaber en ella algo más, pero no
sabemos el qué”
Goethe

I
Una tienda de campaña. Sentada dentro, una mujer joven, envuelta enun chal, amamanta a un niño, y presa de cuando en cuando de oídos a los rumores lejanos. ¿Estarán todavía combatiendo y tiroteándose, a pesar de que ya ha caído la noche? Pero quizás es sólo rugir de una de esas tronadas de otoño, cuyos ecos agitan los montes; o acaso no sea sino el susurro de los pinares circundantes y las siempre verdes encinas, donde las zorras y los jabalíes tienen suscubiles. La mujer tiene todo el aspecto de una gitana, acurrucada en un rincón de la tienda sombría, con el blanco seno a medias cubierto por el chal, cavilosa, incierta del resultado de la jornada. De pronto, oye el ruido de unos cascos sobre la tierra dura. ¿Será él? Prometió venir, pero el lugar de la lucha esta muy lejos, y la niebla empieza ya a envolverlo todo.
La lona de la entrada esbruscamente apartada por una mano y como empujado por el viento nocturno, que invade la tienda, entra un hombre; un oficial con guerrera de color y ros empenachado; un mozo esbelto, de movimientos ágiles; un joven patricio, entre los veinte y los treinta años. Respondiendo a su saludo efusivo, ella se pone en pie de un salto y entrega el bebé a la sirvienta, que se apresura a traer una jarra de vino.Quitándose el pañuelo que le cubre la cabeza, dejando al descubierto la frente blanca y tersa, cercada de negros ricillos, ella queda en pie ante él. Añádase, para completar el retrato, la barbilla prominente, signo de energía, y la nariz aguileña, cuyo relieve acentúa el resplandor del hogar. Sobre la cadera reluce la daga, que en este país de montañés no se atrevería a abandonar un momento. Entotal, una grácil amazona, hija de vieja raza, nacida de hombres activos y resueltos. Sus antepasados, lo mismo que los antepasados de su marido, han sido durante siglos jefes y guerreros; primero, a través del mar, en Italia; más tarde en esta isla escarpada.
Pero ahora que todos se han unido contra el enemigo aborrecido, juntando sus fuerzas para expulsar del país a los franceses, aquí, en el rincónmas agreste de la serranía, donde la valiente muchacha, con sus diecinueve años apenas cumplidos, siguiera al marido que lucha por la patria, ¿quién podría reconocer en ella a la patricia brillante, imán de todas las miradas? Solamente la altivez y el valor pueden mostrar aquí que es de noble cuna.
El oficial, lleno de vida y de fuerza, constantemente en movimiento, le cuenta todas las noticias.El enemigo a sido derrotado, acosado contra la costa. No tiene escape posible. Ya han enviado una delegación a Paoli.
“Mañana habrá una tregua. ¡Vencemos Letizia! ¡Córcega será libre!”
Todo corso desea muchos hijos. Tierra donde una afrenta es instantánea ventilada a puñaladas; donde la vendetta es sacros-santa; donde las querellas familiares duran de generación en generación y de siglo en...
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