la mancha indeleble cuento juan bosch
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Sin duda era la hora indecisa entre el día que muere y la que todavía no hacerrado.En medio de miterror actué como un autómata. Me lancé impetuosamentehacia la puerta, empujé al que entraba y salté a la calle. Me di cuenta de quealguna gente se alarmó al verme correr; tal vez pensaron que habíarobado ohabía sido sorprendido en el momento de robar. Comprendía que llevaba elrostro pálido y los ojos desorbitados, y de haber habido por allí un policía,me hubiera perseguido. De todas maneras, no meimportaba. Mi necesidadde huir era imperiosa, y huía como loco.Durante una semana no me atreví a salir de casa. Oía día y noche la voz y veía en todas partes los millares de ojos sin vida y loscentenares de cabezassin cuerpo. Pero en la octava noche, aliviado de mi miedo, me arriesgué a ira la esquina, a un cafetucho de mala muerte, visitado siempre por genteextraña. Al lado de la mesa queocupé había otra vacía. A poco, dos hombresse sentaron en ella. Uno tenía los ojos sombríos; me miró con intensidad y luego dijo al otro
BIBLIOTECA DIGITAL DE AQUILES JULIÁN 28LA MANCHA INDELEBLE Y OTROSCUENTOS – JUAN BOSCH
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Sin duda era la hora indecisa entre el día que muere y la que todavía no hacerrado.En medio de mi terror actué como un autómata. Me lancé impetuosamentehacia la puerta,empujé al que entraba y salté a la calle. Me di cuenta de quealguna gente se alarmó al verme correr; tal vez pensaron que había robado ohabía sido sorprendido en el momento de robar. Comprendía quellevaba elrostro pálido y los ojos desorbitados, y de haber habido por allí un policía,me hubiera perseguido. De todas maneras, no me importaba. Mi necesidadde huir era imperiosa, y huía como loco.Duranteuna semana no me atreví a salir de casa. Oía día y noche la voz y veía en todas partes los millares de ojos sin vida y los centenares de cabezassin cuerpo. Pero en la octava noche, aliviado de mi...
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