La rosa de madera

La Rosa de Madera
Después de la muerte de mi padre nada pudo volver a ser igual entre mi mamá y yo. Se supondría que al ser hija única esta pérdida nos uniría más, pero la verdad es que nunca me sentí con deseos mayores de estar sola. Evidentemente, esto preocupó mucho a mi madre, porque decidió que nos mudaríamos de Londres, una de las metrópolis mundiales, al pueblito de Castle Combe, cuyapoblación no trasciende de los 350 habitantes.
En cierto modo, no tenía de qué quejarme. El campo poseía muchos puntos a favor: grandes paisajes de campos verdes con flores de infinitos colores, cielos tan azules que te hacen creer que cada día es perfecto, aire fresco cada mañana, tranquilidad y silencio imperturbables… No hay lugar a dudas que este nuevo estilo de vida dejaba mucho que desear alcuidado ambiental de Londres.
Además, la pequeña mansión que mi mamá había alquilado no estaba nada mal: 10 mil m2 repartidos entre el jardín de rosas y el primer y segundo piso. Una construcción de tendencia renacentista del s. XVI, “remodelada conforme a las necesidades del estilo de vida actual” en el 2010; según especificaba el anuncio del Times.
Sin embargo, si mi madre esperaba queolvidara a mi papá con esta mudanza, fue evidente para mí que al menos un detalle de importancia había escapado de sus manos: ¿Cómo abandonar su recuerdo en Londres cuando, tan solo al asomar la vista por una de las 50 ventanas, tenía ante mis ojos miles de muestras del espécimen que más me recordaba a mi padre? ¿Es que no llegaba a la memoria de mi mamá el hecho de que, dentro del ataúd, yacía escondidaen el puño del cadáver un rosa de madera que él había tallado para mí en mi primer cumpleaños? Tal vez la dura lucha contra el cáncer de su esposo había despojado a mi mamá de aquellos recuerdos.
Con esta perspectiva en mente inicié mi nueva vida. He olvidado mencionar que la casa fue adquirida con el personal de servicio. Este consistía en una señora de unos sesenta años que conocía la mansióncomo la palma de su mano. Había pasado casi toda su vida sirviendo a las familias que pasaban por el edificio, y estaba al tanto de cualquier atajo secreto que los muros pudieran ocultar a los ojos de un nuevo visitante.
El nombre de este curioso personaje era, simplemente, Mrs. Cole. Y debo reconocer que me resultaba francamente inquietante. El ritmo sigiloso de su andar despertaba en mí unasensación de inseguridad: nunca sabía en dónde podía aparecer, o detrás de qué cuadro se estaba ocultando. La fragilidad de su apariencia me parecía sospechosa: si bien daba la impresión de poder quebrantarse de un momento a otro, la rapidez de su mirada me incitaba a creer que en su mente habitaban secretos indecibles o indescifrables conocimientos. Constantemente sentía su mirada sobre mi cuello,y al voltear me la encontraba a cinco metros de distancia limpiando algún objeto empolvado, o escuchaba sus ligeros y sigilosos pasos desaparecer detrás de una puerta entreabierta. Tal vez simplemente me estaba volviendo algo paranoica, pero a decir verdad otros pensamientos abarcaban mi mente.
El hecho de haber visto tantos casos en los que la gente supera la muerte de sus seres queridos me diola impresión de que a mí me pasaría lo mismo: tras unos meses de dolor, la agonía disminuiría y la vida regresaría a su curso normal. Esto no sucedió. Pasaron los meses, y cada vez me encontraba más susceptible. El recuerdo de mi padre venía constantemente a mí en mis sueños, y las lágrimas no dejaban de asomarse en mis ojos. Aun así, en medio de esa crisis emocional, en mi corazón quedaba espaciopara la preocupación: a medida de que los días iban pasando sentía con mayor frecuencia la cercana presencia de Mrs. Cole.
La veía rondando cerca de mí, como si tuviera la intención de decirme algo pero no se atreviera a hacerlo. A veces, tras largos ratos de llanto en mi habitación, al cesar escuchaba aquellos ligeros e inquietantes pasos que se alejaban por el corredor. Y al asomarme a la...