La Squaw

Páginas: 21 (5161 palabras) Publicado: 14 de octubre de 2012
La Squaw
Bram Stocker

En aquella época, Nuremberg estaba muy lejos de ser la ciudad conocida y frecuentada en que se ha convertido en nuestros días. Esta antigua ciudad no evocaba demasiadas cosas para los viajeros de aquel entonces. Mi esposa y yo estábamos en la segunda semana de nuestro viaje de bodas; y, sin mencionarlo, comenzamos a desear la presencia de un tercero. Por ello acogimoscon satisfacción la compañía de un tal Elias P. Hutcheson, de Isthmain City, Bleeding Gulch, condado de Maple Tree (Nebraska), cuando ese alegre sujeto, apenas salir de la estación de Frankfurt del Main, declaró, con marcado acento yanqui, que se proponía visitar una maldita vieja ciudad de Europa que, por lo menos, tenía los años de Matusalén, pero que un viaje así requería, necesariamente, algunacompañía. Todo hombre, explicó, aunque tenga un carácter activo y sensato, se arriesga, a fuerza de viajar siempre solo, a acabar sus días encerrado entre las cuatro paredes de un manicomio. Tanto Amelia como yo constatamos algunos días más tarde, al comparar nuestros respectivos diarios, que habíamos decidido no relacionarnos con él sino de forma circunspecta y controlada con el fin de noparecer demasiado contentos de haberlo conocido, lo cual no hubiera parecido demasiado compatible con un inicio de vida conyugal. Pero, por muy laudable que fuese, esta resolución quedó en agua de borrajas por el hecho de empezar a hablar los dos al interrumpirnos los dos al mismo tiempo y luego volver a empezar a hablar los dos al mismo tiempo. De todas maneras, no importaba cómo, ya estaba hecho, yElias P. ya,, no se apartó de nuestro lado. Y Amelia y yo sacamos de ello un buen beneficio; en vez de pelearnos, como habíamos estado haciendo, descubrimos que la influencia restrictiva de una tercera persona era tal que ahora aprovechábamos todas las oportunidades para besarnos por los rincones. Amelia afirma que desde entonces, y como resultado de esa experiencia, aconseja a todas sus amigas quelleven a un amigo en su luna de, miel. Bien, «hicimos» Nuremberg juntos; y nos lo pasamos muy bien con la sabrosa forma de hablar de nuestro nuevo amigo del otro lado del Atlántico, el cual, tanto por sus pruebas de ingenio como por los alucinantes relatos de sus aventuras pasadas, parecía salido directamente de alguna novela picaresca. Habíamos decidido, reservar como plato fuerte la visita alcastillo imperial de Nuremberg, el Kaiserburg, y el día prefijado para la visita rodeamos la muralla exterior de la ciudad por su lado este. El Kaiserburg se alza sobre una escarpada roca que domina la ciudad; inmensos fosos, muy profundos, defienden el acceso por la parte norte. Nuremberg tuvo la fortuna de no haber sido saqueada jamás; de otra manera no habría podido mostrar aquel aspecto nuevo yflamante que contemplamos entonces. Los fosos ya no servían desde hacía siglos: el fondo estaba ocupado por casas de té al aire libre y plantaciones de árboles frutales, algunos de los cuales alcanzaban un tamaño respetable. Avanzamos junto al largo muro fortificado bajo el ardiente sol de julio, deteniéndonos a menudo para admirar la vista que se abría ante nosotros, en especial la gran llanuracubierta de ciudades y pueblos y enmarcada en una línea azul de colinas, como un paisaje de Claude Lerraine. Las torres del Kaiserburg, ahora cercanas, se alzaban a nuestra derecha; y más cerca aún, la altiva, la orgullosa Torre de las Torturas que era, y quizá lo sea todavía, el lugar más interesante de la ciudad. Durante siglos se ha citado a la Virgen de Hierro de Nuremberg como el ejemplo más claro de los horrores y la crueldad en los que puede caer el hombre. Por nuestra parte, siempre habíamos deseado poder verla algún día; y hete aquí que finalmente nos hallábamos a la entrada de lo que era su hogar. Durante uno de nuestros altos en el camino, nos asomamos por encima del muro que circundaba los fosos. Allá abajo, muy al fondo, estaban los jardines somnolientos bajo el sol,...
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