La Trama Celeste

Páginas: 39 (9689 palabras) Publicado: 24 de noviembre de 2015
LA TRAMA CELESTE
Adolfo Bioy Casares
Cuando el capitán Ireneo Morris y el doctor Carlos Alberto Servian, médico
homeópata, desaparecieron, un 20 de diciembre de Buenos Aires, los diarios apenas
comentaron el hecho. Se dijo que había gente engañada gente complicada y que una
comisión estaba investigando; se dijo también que el escaso radio de acción del
aeroplano utilizado por los fugitivospermitía afirmar que éstos no habían ido muy lejos.
Yo recibí en esos días una encomienda; contenía: tres volúmenes in quarto (las obras
completas del comunista Luis Augusto Blanqui); un anillo de escaso valor (una
aguamarina en cuyo fondo se veía la efigie de una diosa con cabeza de caballo); unas
cuantas páginas escritas a máquina - Las aventuras del capitán Morris - firmadas C. A. S.
Transcribiré esaspáginas.
LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN MORRIS
Este relato podría empezar con alguna leyenda celta que nos hablara del viaje de un
héroe a un país que está del otro lado de una fuente, o de una infranqueable prisión hecha
de ramas tiernas, o de un anillo que torna invisible a quien lo lleva, o de una nube
mágica, o de una joven llorando en el remoto fondo de un espejo que está en la mano del
caballerodestinado a salvarla, o de la búsqueda, interminable y sin esperanza, de la
tumba del rey Arturo:
Ésta es la tumba de March y ésta la de Gwythyir;
ésta es la tumba de Gwgawn Gleddyffreidd;
pero la tumba de Arturo es desconocida.
También podría empezar con la noticia, que oí con asombro y con indiferencia, de que
el tribunal militar acusaba de traición al capitán Morris. O con la negación de laastronomía. O con una teoría de esos movimientos, llamados «pases», que se emplean
para que aparezcan o desaparezcan los espíritus.
Sin embargo, yo elegiré un comienzo menos estimulante; si no lo favorece la magia, lo
recomienda el método. Esto no importa un repudio de lo sobrenatural, menos aún el
repudio de las alusiones o invocaciones del primer párrafo.
Me llamo Carlos Alberto Servian, y nací enRauch; soy armenio. Hace ocho siglos que
mi país no existe; pero deje que un armenio se arrime a su árbol genealógico: toda su
descendencia odiará a los turcos. «Una vez armenio, siempre armenio». Somos como una
sociedad secreta, como un clan, y dispersos por los continentes, la indefinible sangre,
unos ojos y una nariz que se repiten, un modo de comprender y de gozar la tierra, ciertashabilidades, ciertas intrigas, ciertos desarreglos en que nos reconocemos, la apasionada
belleza de nuestras mujeres, nos unen.
Soy, además, hombre soltero y, como el Quijote, vivo (vivía) con una sobrina, una
muchacha agradable, joven y laboriosa. Añadiría otro calificativo - tranquila -, pero debo
confesar que en los últimos tiempos no lo mereció. Mi sobrina se entretenía en hacer las
funciones desecretaria, y, como no tengo secretaria, ella misma atendía el teléfono,
pasaba en limpio y arreglaba con certera lucidez las historias médicas y las
sintomatologías que yo apuntaba al azar de las declaraciones de los enfermos (cuya regla

común es el desorden) y organizaba mi vasto archivo. Practicaba otra diversión no menos
inocente: ir conmigo al cinematógrafo los viernes a la tarde. Esa tarde eraviernes.
Se abrió la puerta; un joven militar entró, enérgicamente, en el consultorio.
Mi secretaria estaba a mi derecha, de pie, atrás de la mesa, y me extendía, impasible,
una de esas grandes hojas en que apunto los datos que me dan los enfermos. El joven
militar se presentó sin vacilaciones - era el teniente Kramer - y después de mirar
ostensiblemente a mi secretaria, preguntó con voz firme:
-¿Hablo?
Le dije que hablara. Continuó:
- El capitán Ireneo Morris quiere verlo. Está detenido en el Hospital Militar.
Tal vez contaminado por la marcialidad de mi interlocutor, respondí:
- A sus órdenes.
- ¿Cuándo irá? - preguntó Kramer.
- Hoy mismo. Siempre que me dejen entrar a estas horas...
- Lo dejarán - declaró Kramer, y con movimientos ruidosos y gimnásticos hizo la
venia. Se retiró en el...
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