La Tregua
amiliar. Éste no pudo resistirlo y se suicidó.
n lo que respecta al marido, saltan igualmente a la vista sus contradicciones. De una actitud posesiva y condenatoria hacia Gracia César —la misma que generóla separación— se va moviendo de a poco, es decir, a medida que acumula fotografías. Con la cuarta de éstas, la cual llega a su casa y es interceptada por la abuela de su hija, el protagonista toma la decisión de buscar a su esposa e intentar el regreso. Ha ingresado a un estadio excepcional:“Volteado en su cama, Risso creyó que empezaba a comprender, que como una enfermedad, como un bienestar, lacomprensión ocurría en él, liberada de la voluntad y la inteligencia”. Desafortunadamente, las cosas no terminan ahí para el periodista. La parte final de esta historia nos la cuenta el viejo Lanza, un compañero del periódico a quien le había llegado una de las fotos previas. Por su testimonio sabemos que Gracia César envió una última fotografía a la niña, al Colegio de Hermanas donde estudiaba.Éste fue el puntillazo definitivo para Risso, quien toma entonces la opción del suicidio. Así se configura una dimensión intangible en este relato, un más allá que no puede ser explicado y que está en la base de su excelsitud, de su hondura para inquirir algo tan complejo como la crueldad. Al comentar los cuentos de Onetti, Rosario Hiriart afirmaba: “La fatalidad rige la vida de todos suspersonajes, quienes parecen arrastrar siempre un cansancio atávico, mientras que la forzosa incomunicación en que viven les impide mezclarse con la vida”
Para la concepción judeo-cristiana, son los infieles y los suicidas quienes van al infierno[10]. Hume entendía que se constituía en el único modo de salvar la dignidad y la libertad[11]. Para Schopenhauer el suicidio, «lejos de ser negación de lavoluntad, es, en cambio, un acto de fuerte afirmación de la voluntad»[12]. Paralelamente, Epicuro sostenía que el suicidio era una afirmación de la libertad frente a la necesidad: «Es una desventura vivir en la necesidad --afirmaba--; pero vivir en la necesidad no es absolutamente necesario»[13]. Nietzsche pone en palabras de Zaratustra: «Yo alabo mi muerte, la libre muerte, que llega porque yo...
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