La Verdadera Historia Del Descubri-Miento De America
-Vigía Gerardo de Mendoza y Mendoza -Marinero -Cura -Escribano -Capitán -Soldado
Pregón En el año 1489, aproximadamente, y siendo reyes de España, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, sólo la ciudad de Granada se hallaba en poder de los árabes.La reina Isabel, consciente de la gravedad de la situación y decidida a expulsar definitivamente a los infieles de la península ibérica, adoptó drásticas medidas jurando por su honor no cambiarse de camisa hasta que no volviera Granada a ser cristiana. Tres años y algunos meses más tarde y siendo Granada todavía plaza árabe, los reyes de España se asolean en una playa del litoral gallego.
2I Acto (El Plan)
Se abre el telón. Solos en la playa, Isabel y Fernando parecen disfrutar de un merecido fin de semana lejos de los problemas de la corte. A la izquierda del escenario, la reina, recostada en una silla real exageradamente alta, parece absorta en la lectura de una revista de "sociedad". Por encima de su traje de baño, viste una camisa sucia y hedionda y se cubre con cofia ycorona. A prudente distancia, dada la pestilencia del contexto, Fernando juega en el interior de su castillo de arena a la guerra con Boabdil, un títere de aspecto siniestro que representa al moro de Granada. Entre la silla y el castillo de arena, una toalla extendida, un cofre, un cubo y una pala de plástico. El títere que Fernando maneja con su mano izquierda interpela al monarca sobre las almenasdel castillo. -TITERE.- Ya lo dijo Aben-Amar...moro de la morería, que el día que vino al mundo grandes señales había...un rey cristiano sin lengua y una reina sin camisa... -FERNANDO.- Ya basta Boabdil, callad, que así lo digáis en verso, juro por Dios que os degüello si no rendís la ciudad y me entregáis de inmediato a... Doña Germana de Foix... Ante el silencio de Boabdil, el rey aragonésarremete contra el moro. Tras enconada lucha el infiel sale despedido por el aire, yendo a caer en las inmediaciones de la silla de la reina. Hasta allá le persigue Fernando. -FERNANDO.- No huyáis cobarde, no huyáis y mucho menos lloréis, cual desgraciada mujer la ciudad que como hombre no supísteis defender... La inadvertida fetidez de la reina saca al monarca de su juego. -FERNANDO.condenada!...
Regístrate para leer el documento completo.