La vida es un infierno



Jane.









I

Llámenme Jane, solo Jane.
Sé que mi historia no es para nada interesante, pero tengo el consuelo de que la mayoría de las personas tampoco tienen una gran historia como las de los cuentos de hadas o las sagas de los libros que tanto me gustan, tengo una personalidad sarcástica y cínica que a la mayoría de las personas no les agrada, y de mí no tienen un buenconcepto. (Aunque de ellos yo tampoco tengo la mejor impresión) Pongo menos atención a lo que dicen las personas y solo observo lo que hacen, no tengo el mayor animo de ser una gran tuerca en el estúpido mecanismo de la sociedad, solo quiero hacer lo que más me gusta, escribir leer todos libros que pueda, emborracharme, escuchar buena música y viajar lejos.

Había crecido en una familia pequeñaque procedía de San Francisco, Estados Unidos, mi madre nos abandonó cuando tenía apenas un año y mi padre Peter me crió sola a mí y a mi hermana mayor Sara.
Sara tenía cáncer de pulmón, y el tumor que tenía no se le podía extirpar, así que los doctores dijeron que tenía que vivir el resto de su vida con ese cáncer, pero ese: “resto de su vida” no duro tanto como hubiese querido, Sara murió tresaños después.
No sabía nada de mi mamá, sólo que ella, al igual que Sara, también había muerto cuando tenía 18 meses de nacida y Sara tenía 5 meses, así que no podía recordarlo.
A veces me pregunto porque no podemos recordar cuando somos pequeños, esos fugaces y felices años de nuestra temprana vida, me parece injusto.


Transcurría noviembre del 2009, increíblemente aún tengo ese vagorecuerdo de aquella noche que cambió mi vida, y como no lo iba a tener; tenía dieciséis años, en casa no había nadie, habían salido al teatro, pero yo preferí que quedarme para tomar una ducha, apagué la luz y encendí una docena de velas aromáticas que estaban en una gaveta de la cocina, estaba tumbada en la tina del baño y encima del lavamanos habían una caja de píldoras tranquilizadoras que erande mamá, las miraba fijamente y las agarre, de repente en mí, entro el deseo de, tal vez, quitarme la vida tomándome esos comprimidos, una sobredosis no es una muerte dolorosa como la mayoría de los suicidios, solo tenía que ingerirlas, recostarme en la tina y cerrar los ojos. De una en una empecé a tomarlas. A dentro de la caja había al menos unas cuarenta cápsulas. Cuando al fin terminé busqueun vino barato que estaba en el estante de la despensa, tomé una copa, me serví y me tumbe de nuevo en la tina.
Por mi cabeza se cruzaron muchos pensamientos; suponía que morir sería lo mejor, para mí, para todos; empecé a hacer preguntas a mí misma “¿Cómo será la sensación de morir?” Lo sabría dentro de poco “¿Qué pasará después de que muera?” Tal vez al principio duela para mi mamá perodespués sin dudas que ya no importaría mucho “¿Cómo serían mis hijos?” Tal vez serían como yo, tal vez serian bonitos o inteligentes o histéricos como yo, jamás lo sabré. No quería llorar, solo quería dejar de existir lo más rápido posible, después de responder a mis interrogantes la visión se me nublaba y me impedía ver mas allá de la cortina, mi cuerpo estaba muy débil y mis manos temblaban; derramémi bebida en el suelo, las velas se consumían poco a poco, ya no quería nada más, me quede dormida.


Me desperté en un extraño hospital, estaba conectada a un electrocardiógrafo y a un respirador, mi mamá y Sara estaban mirándome a través de la ventana de la habitación dela UTI, podía oír el sonido que hacia al respirar y el sonido de la maquina, ver y examinar cada rincón de la habitación,sentir la suave sabana que me cubría del frio pero a la vez del dolor de las vías de infusiones, pero no me podía mover de la cama donde estaba postrada, tal vez así estaba desde ya hace tiempo, con todos mis sentidos pero sin poder gozar de ellos, sin poder moverme. De repente entro una enfermera, era joven de cabello castaño y contextura esbelta, muy bonita, de hecho, demasiado como para ser...