Las Botas De Anselmo Soria

Páginas: 38 (9414 palabras) Publicado: 18 de octubre de 2012
PEDRO ORGAMBIDE

Las Botas de Anselmo Soria

Director de colección:
Pablo De Santis
Diseño de colección y de tapa:
Juan Manuel Lima
Ilustración de tapa:
Osear Estévez
1
a
edición / 18ª reimpresión© Ediciones Colihue S.R.L.Av. Díaz Vélez 5125(C1405DCG) Buenos Aires - Argentinawww.colihue.com.arecolihue@colihue.com.arI.S.B.N 978-950-581-202-8Hecho el depósito que marca la ley11.723IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA


Estas no son las botasdel Gato con Botassino las botasde Anselmo Soria,el abuelo de mi abuelo.Las encontré en el altillo.Ahora son mías,como la historia que les cuento.

I El vigía del fortín
DESDE lo alto del mangrullo, el vigía del fortín da la voz dealarma: —¡Se viene el malón!Es un joven de dieciséis años. Se llama Anselmo Soria. Desdechicoha vivido en la frontera; es decir: entre los poblados y eldesierto, entre los blancos y los indios. Tiene la rapidez, los movimientos ágiles de los indios pampa. Sumadre lo era. Uno de los suyos la mató porque se había casado conun huinca, con un blanco. Su padre murió también: cayó en una deesas míseras batallas del desierto, disparando su whinchester.Le dijeron gaucho, gauchito, huérfano, antesde llamarlo por sunombre. Como si la falta de padres fuera un pecado. Se acostumbró aeso y a mirar de frente, a no bajar la vista ante los mandones. A losdoce años andaba de reserito, arriando el ganado, entre lospajonales:—¡De vuelta ternero! —gritaba y mandaba al animal junto a sumadre.Buen jinete, sí, decían los de más edad viéndolo hacer unapechada al toro arisco o emprendiendo un galopecorto paraenderezar la marcha del ganado.Bueno para el lazo, también. Y para domar un potro, como eseanimal que ahora es su cabalgadura y al que le afloja la cincha paracabalgar despacio, sin apuro, hasta que caiga el sol y los hombresterminen la jornada. Entonces, alguien tocará la guitarra...No, no ahora. Eso fue antes, cuando Anselmo era chico.Ahora se oye al trompa que toca a combate y se oyentambiénlos gritos, las órdenes, ruido de sables y de espuelas de esos gauchostransformados en soldados de ejército de línea. Como su padre. Comoel que murió peleando.—Yo no nací para eso —solía decir Anselmo antes que lollevaran al fortín.A él le gustaban los bailecitos en los patios de tierra, florearsecon las mozas, ya que era buen bailarín, jugar a la taba, divertirsecomo se divertían entonces losmuchachos. Si iba a la pulpería, envez de pedir una ginebra o una caña quemada como los hombresgrandes, él pedía su jugo de orchata "Muy sano el mozo", decían lospaisanos que tomaban su vino carlón y oían el canto del payador,muy respetuosos y muy serios. Claro que a veces, alguien que bebíade más decía un disparate y otro se enojaba y entonces salían arelucir los cuchillos y podía ocurrir unadesgracia.Una noche así, de batifondo, llegó a la pulpería el comandante,el sargento y un grupo de soldados.—¿Así que les gusta pelear como los gallos? —preguntó elcomandante y fue tomando el nombre de cada uno y anotó laspapeletas y antes que alguien dijera pío, ya estaban enganchadospara ir al fortín y pelear en el desierto.Pero el joven Anselmo se resistió, quiso hacer la "pata ancha"frente a lossoldados.





Le dijeron charabón, que era la manera de decirle que no seportara como un tonto con ellos. Porque charabón es la cría delavestruz, que es o parece muy torpe a los ojos humanos. Charabón,que después se transformó en chabón o boncha en la ciudad. Torpe. Ytriste. Así se sentía Anselmo frente al comandante.—Yo conocí a tu padre, muchacho. Un hombre valiente. Para élera unahonra y no un castigo la milicia. Yo lo conocí bien, muy bien. Y es una lástima que su hijo no siga su huella, que ande de perdulariopor las pulperías.—Sólo fui a pasar un rato, nomás —se defendió Anselmo.—Mal hecho. Nada bueno vas a aprender allí. Aquí, en cambio,tenés la oportunidad de hacerte hombre.No le dio tiempo a responder. Al rato, Anselmo andaba con suspilchas, sus ropas de milico,...
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