Las independencias hispanoamericanas. Interpretaciones 200 años después.


MARCO PALACIOS (COORDINADOR), Las independencias hispanoamericanas. Interpretaciones 200 años después. Bogotá, Editorial Norma, 2009, 414 páginas.
Resumen:
Capítulo V (¿Qué independencia? El Ecuador entre autonomía, federalismo y municipalismo) y VI (La revolución y sus silencios)

A partir del título de esta compilación se puede entender algo que los especialistas comprenden desde hacealgún un tiempo: no hay independencia hispanoamericana sino independencias. No hay una ruta clara desde un afán de libertad contra la opresión colonial a la emancipación, sino que una crisis imperial que genera diferentes procesos locales, pero sobre todo una gigantesca fragmentación. No hay una especie de protonacionalismo o siquiera un ideal de nación que conduce a la creación de Estadosmodernos, sino un reagrupamiento en torno a pueblos y municipios para enfrentar la defensa de intereses locales. No hay, en definitiva, una independencia hispanoamericana, sino una multiplicidad de procesos dispares que generan nuevas dinámicas sociales y políticas. Solo lentamente se irán configurando aquellos mapas que hacen reconocibles a las naciones. Pero no sin guerras internas y externas, no sindisputas ideológicas en torno a la naturaleza de la organización nacional, no sin fuertes desajustes respecto del ámbito internacional en el que se insertan los nuevos Estados.
Como señala Marco Palacios, el propósito de esta compilación es dar una mirada nueva a las independencias desde la perspectiva del bicentenario, pero apartándose deliberadamente de un sesgo oficial o de buscarnecesariamente balances positivos a partir de aquel proceso que se desató con la invasión napoleónica de España en 1808.
Ahora, si nos ubicamos en el caso de Ecuador, Federica Morelli sostiene que no puede hablarse de un plan de emancipación, sino que más bien a lo largo de estos años, varios y distintos proyectos se entremezclaron; sin embargo, ninguno de ellos preveía la independencia de este conjuntopolítico que será, a partir de 1830, el Ecuador. De particular importancia es el efecto de la Constitución de Cádiz, que en el caso de Ecuador impulsó la proliferación de ayuntamientos, nada menos que de 12 a 130 en el espacio de diez años (1812-1822), rompiendo, como sostiene la autora, “el dominio de las ciudades principales sobre los distritos rurales y provocando una verdadera revolución del poderlocal”, lo que conllevó a un proceso de inestabilidad, dado que no existió una centralización del poder. De hecho, “los ayuntamientos se convirtieron en órganos soberanos, que se contrapusieron tanto al Estado central como a los cabildos de las ciudades provinciales”. De aquí la dispersión del poder y la fragmentación territorial. El nuevo Estado hubo de formarse a partir, no de un espacio políticopreexistente, sino de acuerdos entre diversos espacios territoriales.
Además, lo que propone la autora también es centrar su análisis en los territorios que componían la Real Audiencia de Quito, y abordar, desde una historia regional delimitada entre los años 1765 y 1830, el papel que jugaron tanto el proyecto borbónico como la Constitución de Cádiz en la reconfiguración del espacio imperial.F. Morelli parte de preguntarse cuáles fueron las bases desde las que se organizó o intentó organizar el nuevo estado en este espacio. Para ella,  el nacimiento del estado nacional fue obstaculizado por los mismos cuerpos municipales que no sólo conservaron, sino que lograron ampliar sus funciones jurídicas y jurisdiccionales sobre el territorio. Los intentos de reforma y, finalmente, la disolucióndel espacio imperial en Ecuador, terminaron por convertir a los municipios en los actores principales del proceso.

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