Las pupilas de Ana

 “Las pupilas de Ana”.

…” América se hizo a base de crónicas.
América se llenó de nombres y de conceptos y de ideas sobre ella
a partir de esas crónicas, que eran como un intento increíble de adaptación
de lo que se sabía a lo que no se sabía.”…
- M. Caparrós

El sol no asoma aún al momento de comenzar a batir mi café instantáneo. El repiquetear de la cuchara en mi taza se conjugacon el tañir de una diminuta campana en otra punta de la ciudad testigo de más de tres generaciones llevando sobre sí la comprometida tarea de señalar el inicio de la jornada. La radio no explicita nada relevante. Más que informar me intimida avisando “Es la hora siete, con treinta minutos”. Me abrigo y salgo.
La realidad tiene formas curiosas de dar señales. Entiendo que cuando uno realmentequiere algo siempre encuentra una manera de resolverlo, en caso contrario siempre halla una escusa adecuada para zafarse, no de la culpa –aclaro- sino de la idea de fracaso. El viaje se hace más frío y más largo cada vez. Me resulta fácil echarle la culpa al reloj por despertarme cada vez más tarde, a mis viejos por mi porfía y al sistema por su derogada perfección de ideas asfixiadas en la densidadde la burocracia del Estado. Todos los días desde hace varias semanas es algo nuevo. Siempre llego justo, como si la entrada fuera cierto tipo de portal místico que me va absorbiendo de a poco las ganas, la Fe, la esperanza junto con el resto de cosas buenas que uno cree tener arraigadas en la mochila de la vida. Con el correr de los meses el lugar modificaría a base de puro golpe bajo elsignificado de “creer” y “tener”.
Ana es Maestra. Un caso atípico del síndrome social de sordera que vive el magisterio en el país en los últimos años. Lejos de toda utopía docente optó por escuchar el llamado de su vocación y ocupa cargo en un hogar-escuela. Lo que hoy pareciera no oír es su celular, o le da menos importancia que de costumbre. Me tiene esperando hace diez minutos en este umbralchupa-esperanza que pareciera deprimirme con solo mirarlo desde el auto.
Una vez más, a modo de ritual heredado de su paso por una casa en la cortada de un barrio perdido de zona oeste de Rosario, corre insegura la pequeña y casi transparente cortina roja del oxidado portón blanco cerciorándose de mi presencia. Acompañado del chasquido metálico de una, dos, tres cerraduras, y el pesado chirrido delpasador que habilita mi entrada, me saluda -junto al innegable y agridulce olor a humedad- una amable y conocida sombra –¡Hey pibe! ¿Te caíste de la cama? Ni te escuché llegar, estaba en el fondito con las plantas. Ya puse el agua ¿Tomabas matecocido vos? Dale que hoy nos toca uno de esos días…
Ana R. trabaja –digamos que de 4 a 16, a veces un poquitín más- en un hogar-escuela de Granadero Baigorria.Nos vamos a encontrar una veintena de veces. Recién vamos por la tercera. El papeleo ya fue hecho. Es la primera vez que tengo contacto con los chicos que pasan la noche en el hogar. Hoy no tengo ni grabador ni papelitos de colores. Menos mal. Mis manos ya muestran obvias señales de mi nivel de ansiedad y seguramente hubiera estropeado las anotaciones.
Levantada tres horas antes, empecinada conla dulce recompensa de su vocación, mi inquieto sujeto de análisis en un eco de Girondo sin zanahorias vuela por los pasillos en dirección a la más colosal de las luchas contra una versión light de Morfeo. Un Dios de caballo cansado que retoma hoy la batalla intentando retener a los pequeños internos en su inocente somnolencia. Un encuentro en donde por momentos no logro hacer distinción de roles:si es piadoso el onírico rey por sustentar a sus víctimas en un mundo ideal, o cruel la inflexible docente por obstinarse a diario en traer a los pequeños de vuelta a la realidad. A ésta realidad, justo a ésta. Así empiezan sus días.
Lo hace agradecida a la vida. Con una sonrisa. Anotando anécdotas en su cuadernito azul tapa dura telaraña con sueños de libro, con el que comparte un lomo...