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"En ellas encontramos las manifestaciones más perfectas y más armoniosas de la inteligencia vegetal. En esas flores, atormentadasy extrañas, el genio de la planta alcanza sus puntos extremos, y viene a penetrar, con una llama insólita, la pared que separa los reinos". Palabras con las que el dramaturgo y ensayista belgaMaurice Maeterlinck describía a las orquídeas, una de las especies más curiosas del reino de las plantas. Lo hacía en su ensayo "La inteligencia de las flores" (1907) y en él aludía con fascinación a lacapacidad que tienen para adoptar la apariencia de los insectos que las van a polinizar, llegando a exhalar incluso su mismo olor sexual.
El caso de las orquídeas es totalmente fascinante. Quizápor eso, decenas de artistas y escritores las han referenciado en sus obras. Uno de los casos más recientes es el del director de cine Spike Jonze, quien describe de una forma sutil y poética suproceso de polinización en su película "El ladrón de Orquídeas" (Adaptation, en el original inglés).
Relación insecto-flor
Tampoco Proust pudo resistirse al encanto de las Cattleya y en su obramaestra, "En busca del tiempo perdido" la usa como intermediaria metafórica para que un romance cristalice, de tal forma que la expresión "hacer Cattleya" significa para Odette y Swan, protagonistasde la trama, la posesión física. El nombre genérico científico de Cattleya le viene de William Cattley, un rico cultivador inglés que había recibido casualmente unos seudobulbos de una orquídeabrasileña. Los sembró y, después de un par de años de espera, la planta floreció. La llevó a John Lindley, considerado el padre de la orquideología moderna, quien le dijo: "Es una orquídea y no ha sido...
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