Literatura Guatemalteca

Páginas: 20 (4949 palabras) Publicado: 14 de abril de 2015
LITERATURA GUATEMALTECA
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lo indica la Guía del Estudiante del Primer Semestre.
Lea el cuento "El hombre que parecía un caballo" de Rafael Árevalo Martínez y
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Y porque era la alma mía
la alma de las mariposas,
el Señor que lo veía,
a mi paso sembró rosas.

Porque en dura travesía
era un flaco peregrino,
el Señor que lo veía,
hizo llano mi camino.

Y es que sus manos sedeñas
hacen las cuentas cabales
y no mandan grandes malespara las almas pequeñas.

Porque agonizaba el día
y era cobarde el viajero,
el Señor que lo veía,
hizo corto mi sendero.
Porque la melancolía
sólo marchaba a mi vera,
el Señor que lo veía,
me mandó una compañera.

El Señor que lo veía
Rafael Arévalo Martínez
Guatemala, 1915

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(EL HOMBRE QUE PARECÍA UN CABALLO)
Rafael Arévalo Martínez

En el momento en que nos presentaron, estaba en unextremo de la habitación, con la cabeza
ladeada, como acostumbran a estar los caballos, y con aire de no fijarse en lo que pasaba a su
alrededor. Tenía los miembros duros, largos y enjutos, extrañamente recogidos, tal como los de
uno de los protagonistas en una ilustración inglesa del libro de Gulliver. Pero mi impresión de
que aquel hombre se asemejaba por misterioso modo a un caballo, no fueobtenida entonces
sino de una manera subconsciente, que acaso nunca surgiese a la vida plena del conocimiento,
si mi anormal contacto con el héroe de esta historia no se hubiese prolongado.
En esa misma prístina escena de nuestra presentación, empezó el señor de Áretal a
desprenderse, para obsequiarnos, de los traslúcidos collares de ópalos, de amatistas, de
esmeraldas y de carbunclos4 queconstituían su íntimo tesoro. En un principio de
deslumbramiento, yo me tendí todo, yo me extendí todo, como una gran sábana blanca, para
hacer mayor mi superficie de contacto con el generoso donante. Las antenas de mi alma se
dilataban, lo palpaban, y volvían trémulas y conmovidas y regocijadas a darme la buena nueva:
–«Este es el hombre que esperabas; este es el hombre por el que te asomabas a todas lasalmas
desconocidas, porque ya tu intuición te había afirmado que un día serías enriquecido por el
advenimiento de un ser único. La avidez con que tomaste, percibiste y arrojaste tantas almas
que se hicieron desear y defraudaron tu esperanza, hoy será ampliamente satisfecha: inclínate y
bebe de esta agua.»
Y cuando se levantó para marcharse, lo seguí aherrojado y preso como el cordero que la
zagalaató con lazos de rosas. Ya en el cuarto de habitación de mi nuevo amigo, éste, apenas
traspuestos los umbrales que le daban paso a un medio propicio y habitual, se encendió todo él.
Se volvió deslumbrador y escénico como el caballo de un emperador en una parada militar. Los
faldones de su levita tenían vaga semejanza con la túnica interior de un corcel de la edad media,
enjaezado para un torneo.Le caían bajo las nalgas enjutas, acariciando los remos finos y
elegantes. Y empezó su actuación teatral.
Después de un ritual de preparación cuidadosamente observado, caballero iniciado de un
antiquísimo culto, y cuando ya nuestras almas se habían vuelto cóncavas, sacó el cartapacio de
sus versos con la misma mesura unciosa con que se acerca el sacerdote al ara. Estaba tan grave
que imponíarespeto. Una risa hubiera sido acuchillada en el instante de nacer.
Sacó su primer collar de topacios, o mejor dicho, su primera serie de collares de topacios,
traslúcidos y brillantes. Sus manos se alzaron con tanta cadencia que el ritmo se extendió a tres
mundos. Por el poder del ritmo, nuestra estancia se conmovió toda en el segundo piso, como un
globo prisionero, hasta desasirse de sus lazos...
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