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AUMENTA LA COMITIVA
Continuamos nuestra marcha navegando a través del río sobre el lomo de un gran caimán de casi tres metros de longitud. Cientos de mariposas de múltiples colores sobrevolaban muestra ruta del río. Después reconocerían en ellas a las mismas hadas diminutas encargadas de cuidar los libros del taller de mi papá.
Ciervo nadaba confiado al lado del caimán, seguro de que éste nolo lastimaría, pues yo le hice prometer que no le hiciera daño. Los corderos volaban encima nuestro. Consulté nuevamente mi brújula y les informé que ya nos encaminábamos al Norte. Una bandada de loros nos saludó con su griterío. Ciervo preguntó por el mar. Yo le dije que no se afanara. Que el mar sería suyo si confiaba en mí.
Es mas – le dije-, el cazador no aparecerá otra vez en tu camino. Herevisado cuidadosamente las páginas del libro y no lo veo. Mira a tu alrededor. Esas líneas rectas y esas otras que se curvan hasta hacerse redondas, son letras que junto con otras forman palabras. Es el texto del libro por donde transitamos.
Ah, sí Es cierto- dijo Ciervo.
Llegamos a la otra orilla del río. Nos apeamos del generoso caimán que hizo un gracioso chasquido con sus enormes mandíbulasy se zambullo en las aguas del río.
Sobre un tronco seco coloqué el cofre. Mi mamá se sentó en un extremo de un árbol caído y blanquecino de esa playa solitaria, Ciervo olisqueó el aire, admirado del colorido de las mariposas que volaban entre los arbustos a plena luz del sol, Yo adiviné entre los troncos de los árboles las risitas de las ilusiones que planeaban entre los bejucos haciendo ondascomo hilos de niebla.

Cuando volvimos la mirada sobre el tronco caído, el cofre ya no estaba. Pero alcanzamos a apreciar el vuelo torpe de los corderos con alas que se disputaban el cofre en el aire. Cordero dragón y cordero que habla al oído esperan agazapados tras una roca elevada en el camino. Ante el peligró que esto representaba para nuestra expedición, corrí hacia la roca, desde dondepodía hacerme escuchar por los dos corderos voladores. Cordero, Dragón, entretanto, quemaba helechos con sus cálidos bostezos, y cordero que hablaba al oído ya había trotado hasta el tronco de la playa para para contarles secretos incomprensibles a mi mamá.

Mis llamados fueron infructuosos. Tuve que volver al lado de mamá y de Ciervo. A cordero, Dragón le amordacé el hocico con cuerdas que hicecon mi cabello. De esa manera estaba evitando un incendio, Por otro lado, esos dos endiablados corderos con alas tendrían que cansarse de estar en el aire, y devolverán el cofre.

A cordero que habla al oído le sujeté de una oreja y así lo mantuve hasta que escuchamos el brusco aleteo de los corderos voladores que llegaban a soltar el cofre sobre mis manos para seguir volando a gran velocidad enuna persecución incansable entre ellos mismos, hasta el final del viaje.

Saque la libreta de hojas de espejo y tomé los apuntes de lo acontecido en la jornada, escribiendo con la pluma de ganso. Las letras eran azules. Describí cada paso desde el comienzo; dibujé el mapa de mi memoria que inmediatamente se borró y anoté los números de las páginas del libro por donde ya habíamos caminado. Mimamá revisó cuidadosamente mis anotaciones y estampo un beso de las hojas de espejo, y desde ese instante, las hojas de espejo se llenaron de corazones.

Guardé la libreta y pluma en el cofre. Lo cerré fuertemente y cargué con él.

Seguimos caminando siguiendo las orientaciones de la brújula. Y por fin, desde una loma divisamos alborozados el pico más elevado de Montaña Blanca.

Dos palomasplanearon lentamente y se posaron en los hombros de mamá. Una de ellas sangraba de bajo de sus alas. Gimió. Mi mamá la tomó en sus manos, y rozándoles con sus dedos, le sanó la herida.
¡Estamos huyendo del gavilán - dijo la otra paloma con tono compungido – sabemos que ustedes van a Montaña Blanca.
- Yo voy al mar – interrumpió Ciervo.
Sí, ya lo sabemos. Liebre nos lo contó. Pero primero...