Lo que le falta al tiempo
En algunas novelas se intenta mezclar géneros y acontecimientos para acrecentar el interés de la trama. A veces resulta y otras no. En estecaso no.
Ya de primeras la forma de expresar la personalidad de Mazarine, que se pretende sea la de una joven ingenua, apasionada, sensible y romántica, resulta artificiosa. Que la joven se pasee portodas partes descalza (en invierno), sin importarle enfermar o su obsesiva y poco natural pasión por Cádiz, ese pintor talludito e insoportable, creador de "realismo impúdico" que se niega acomplacerla tanto como a dejarla marchar, la hacen parecen más desequilibrada que otra cosa, sobre todo si se añade la obsesión por el secreto que oculta en su casa y la hace actuar de forma aún másirracional si cabe.
El comportamiento de Cádiz, que enamora a Mazarine por su incapacidad de pintar pies y que se enamora de ella cuando la ve descalza con una gota de sangre en el pulgar, es tan pococreíble con el de la joven aspirante a pintora.
La autora consume cientos de páginas en reiterar una y otra y otra vez la intensa pasión no satisfecha entre los protagonistas (Cádiz pasa de consumar elmutuo deseo), el arte que les une, o el distanciamiento de Sara, la fotógrafa con quien está casado el pintor y cuya huida sin sentido de un país a otro, al ser incapaz de enfrentarse al hecho de quesu marido, esta vez, se ha enamorado de verdad.
Por si no hay suficiente con las historias de pasión, la trama mezcla a los cátaros, una especie de secta con supuestos fines artísticos, a un tipomalcarado y misterioso que persigue a Mazarine con una actitud entre la violencia y la adoración y a un anciano bibliotecario que sabe un poco de todo, alternando el romance de la joven y el...
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