los hombres de celina

CAP I
Mi padre no mostro mucha pena, ni mucha generosidad cuando le dije que me iba. Para el, aquello era la prosperidad y el porvenir. Para mi, era la vida com olor a rutina y a depósitos donde la cebolla se pudria y la alfalfa tenia em su perfume uma anticipacion de bosta. Mis Hermanos mayores terminaron el bachillerato em el Pueblo, fueron ocupando su lugar en el mostrador y manejaban labascua que pesaba mas em los acopios y menos em las ventas.
Yo sabia que trabajaban teniendo em mente eso que mi padre siempre enfatizaba durante la cena: que el negocio era um todo, que el y mi madre morirían alguna vez y el todo que quedaria para ser repartido. De modo que arsênio, roman y jose aprendieron a acomodarse dentro de aquella extraῆa predestinacion que llevaria a la riqueza, de lariqueza a la muerte, de la muerte outra vez a la riqueza, porque asi estaba escrito, y asi debia hacerse. No habia uma puerta que abria y no sintiera um ódio irracional por la bascula, fastidio por los japoneses horticultores. Lo dicho, no encaje em aquello. Y ni aun cuando traje a casa mi diploma de bachiller no vi en los ojos de mi padre el brillo de orgullo que habia visto cuando mis Hermanosmayores trajeron el papelote aquel, testimonio de su afeccion al santo sacramento del negocio. El estava tomando mate bajo la parra, que servia mi madre. Fue cuando yo le puse em el regazo mi diploma de bachiller. Mi madre me miro con ternura, pero no dijo nada. Mi padre deshizo el rollo de cartulina y miro su contenido. Yo era el cuarto bachiller de la família, pero el negocio tenia solo 3 puertas y elhabia aprendido a soportar mi herejia. Mi padre llego a la conclusion apoyada por mi madre. Um bachiller destinado a nada, que se habia negado hasta ayudar en la contabilidad.
Fue entonces quando mi padre manoseaba mi diploma sin saber que hacer com el que le dije que deseaba marcharme. Juro que vi passar por su mirada um atisbo de alivio, y no me senti herido, porque al final de cuentas tohabia dado em la formula para sacarnos mutuamente el uno de encima del outro. Ni siquiera me pregunto donde me iba, pero mi madre si lo pregunto. Pero mi respuesta fue vaga, quedo sentado que me iba a asuncion , y a si lo di a entender, farfullando sobre passo de ingressar a la universidad. Asi que me marche com algo de dinero que me dio el viejo, mi madre lloro um poquito, saco de no se quemisterioso encondrijo um viejo almanaque Bristol y me ofendio todos sus ahorros. Em fin si me despedi de alguien con cierto sentimiento, fue del cura, viejito ya. Me abrazo com um afecto que olia mas a fraternidade de compinche que a preocupacion pastoral. No me dijo ‘’ que dios le bendiga’’ ni me dio consejos, aunque si pretendio darme dinero, que lo rechace.
Asi me fui con tristeza de mi madreconvenientemente graduada al humor de mi padre y con la euforia aritmetrica de mis queridos Hermanos, saludandome con el brazo en alto y me ofrecian la ultima escena de los dos japoneses esparciendo bosta sobre sus cultivos, bajo el ardoroso sol de las três de la tarde.
CAP II
Pues bien, yo no hacia falta en la aceitada de mi existência familiar, y cuando me iba del Pueblo sabia que la melodia eternaseguiria funcionando. Yo no solo em mi família, sino em todo el Pueblo. Queria marcharme y aterizar donde el orden ya estuviera hecho y tuviera uma oportunidade que darme.
CAP III
Aterrice en una pension barata. La dueῆa era una viuda de mal caracter. Mis compaῆeros de hospedajes era una simples coleccion de seres humanos, con su humanidade pulida y sin artistas: Un anciano, uma seῆora a quiennunca oί hablar, un peruano con cara de índio, y que tenia la compaῆίa de una serpiente, un muchacho esquelético, un checoslovaquio de barba rubia, um índio de veras. Y finalmente Lidia, una de las pensionistas que cumplio um papel mas transcendente em aquella sossegada etapa de mi vida.
CAP IV
El dinero que me habian dado al partir, duro três meses completos. Y cuando se acabo, sencillamente se...