los malditos

Páginas: 408 (101858 palabras) Publicado: 29 de octubre de 2013
Hasta el día en que me absolvieron de todo cargo, fui tratado bajo el código de
los que son malditos en esta cárcel, en donde se guarda a los delincuentes más
peligrosos de todo el país.
Como reo de alta peligrosidad —así fui catalogado por decisión política—, el
juzgador consideró pertinente colocarme el mote de maldito y ordenó para mi
persona la reeducación, que consistía en lograr portodos los medios el
quebrantamiento de la voluntad, la dignidad y la esperanza, utilizando como
herramientas la humillación, la vejación y los golpes...

PREFACIO

La detención

Aquel día amaneció como cualquier otro de los últimos veinte años: muy rápido y sin saber qué
estaría haciendo al final de la jornada. Ni en el peor momento imaginé que, llegada la noche, estaría
tirado en unahabitación hedionda, bajo tortura y con la certeza plena de mi muerte a manos de alguien
que ni remotamente sabía quién era. Menos iba a imaginar que los próximos tres años con cinco días
los pasaría en prisión. No en una prisión cualquiera, sino en una cárcel de exterminio. En una cárcel
federal, en la cárcel federal de Puente Grande.
Era 7 de mayo de 2008 y como siempre me di a la tarea deorganizar mi cabeza y con ella la
agenda, para ubicar el día con las notas de importancia que me permitieran ir componiendo la primera
página, la contraportada y las centrales; metódicamente se trataba de la parte más difícil por resolver
y la más demandante de aquel pequeño diario local llamado El Tiempo, en La Piedad, Michoacán.
El agotamiento por el trabajo era evidente, no tanto por loscierres de edición a media noche ni la
cobertura informativa a destiempo, sino por la espiral conflictiva en la que estaba envuelto, luego de
que el gobierno del municipio, bajo lineamientos y políticas de contentillo en materia de
comunicación social, me había suspendido la publicidad oficial al considerar que la información que
manejaba en mi diario era a todas luces atentatoria —ese fue eltérmino que me escupió el titular de
Comunicación Social del gobierno municipal— en contra de la imagen del alcalde.
Casualmente, aquella fecha la agenda informativa en la pequeña población del norte de Michoacán
apuntaba para sacar la de ocho sin mayor problema: se había anunciado la visita de la esposa del
presidente de la República al municipio, para la puesta en operación de no sé quéinstalaciones
gubernamentales en la localidad.
Alentado por el olfato periodístico, me dirigí al sitio donde se llevaría a cabo el acto. Sin esperarlo,
se me impidió el paso al lugar, no por el Estado Mayor Presidencial, que ya estaba posicionado, sino
por el director de Comunicación Social del gobierno municipal, quien sarcásticamente y con una risa
burlona me indicó:
—No puedes ingresar... sonór-de-nes su-pe-rio-res —me deletreó en la cara.
Tras el berrinche y la consabida mentada de madre al funcionario municipal me retiré del lugar, en
espera de buscar una nota que pudiera suplir en forma más amplia la que estaba destinada a ser la
noticia del día en aquella pequeña localidad. No había caminado ni cincuenta metros de donde se me
impidió el paso cuando sonó mi teléfono.
—¿Qué onda,pinche reportero, dónde andas? —me dijo del otro lado de la línea una voz que
rápidamente reconocí—. Déjate caer la greña para acá —me señaló sin esperar la respuesta.
—¿Qué hay de nota? —pregunté casi por instinto.
—No mucho, pero vienen unas personas de Guanajuato y te van a pasar información de unos
muertos que encontraron allá por Manuel Doblado.
—¿Cuándo fueron los muertos, comandante?—inquirí.

—Ahorita en la mañana. Están fresquecitos. Vente —insistió—, y sirve que seguimos platicando
del reportaje que traes entre manos.
No lo dudé. Enfilé desde donde me hallaba para encontrarme con aquel comandante de la Policía
Ministerial del estado de Guanajuato, quien ya sabía que estaba haciendo un reportaje sobre las nuevas
rutas del narcotráfico, las cuales intentaban abrir...
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