los ojos de mi princesa

Páginas: 12 (2920 palabras) Publicado: 4 de diciembre de 2014
EL CONVERTIBLE


C.C.S sábado 19 de marzo de 1983


Iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... cuando vi una cosa extraña... muy extraña los ojos de una mujer. Tal vez sería un rayo de sol que serpenteó fugitivo entre su espuma; tal vez seria una de esas flores que flotan entre las algas de su seno y cuyo cálices parecen esmeraldas...; no sé; yo creí ver una mirada quese clavó en la mía, una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos.

Gustavo Adolfo Bécquer


-¿Les puedo ayudar en algo?- Preguntó un trabajador de la librería-. ¿Que libro buscan?
-A...este...-respondí-.Rimas y leyendas, de Bécquer.
-Síganme.Se encuentra en otra sección.
Fuimos detrás del muchacho sin hablar.El movimiento nos ayudó a apaciguar un poco los ánimos.
-Aquí está. ¿Algo más?
-No.
-Pueden pasar a la caja.
¡El tipo nos estaba corriendo!
-Vámonos de aquí - el sugerí a Lorenna dejando el volumen en el camino-. En realidad ya tengo este libro (repetido como cuatro veces). TE invito un helado.

Salimos del local. Para llegar a la heladería, era necesario cruzar la avenida de seis carrilesy el camellón divisorio. Había muchos más autos que años atrás. Ella volvió a ponerse los lentes oscuros.
-Disculpa, pero ya no me gustan las nieves de La michoacana.
-Lo importante no es la marca de la nieve-me aferré al pasado-, sino lo que significa.
-En vez de comer uno de esos helados horrendos ¿no quieres dar una vuelta en mi auto?-dudé, no me gustaba salirme de los planes-.Vamos-insistió-.Te va a encantar la sensación del aire soplando tu cabeza.
Pensé “para sentir aire prefiero pararme frente a un ventilador” pero la idea de ir solo con ella en un auto, sin rumbo fijo, me resultó excitante.
Acepté.
Los asientos del Corvette era bajo y el capote alto, de modo que resultaba difícil visualizar el camino cercano.
-Agárrate fuerte.
Aceleró. Tomó la vía rápida rombo al norte.Busqué el cinturón de seguridad con nerviosismo y me lo abroché.Ella no se lo puso.
El aire arremetió por los costados.
Abrió la cajuela de guantes.Muchos casetes se desbordaron sobre mis piernas;algunas cajitas plásticas tenían la cinta magnética enredada.
-Yo te ayuda-le dije-, concéntrate en el camino.
-Dame ese.El de Ivonne Elliman.
Se lo pasé y ella lo insertó.Cantó a todo volumen If Ican’t have you.
Abandonó el periférico y entro a la carretera hacia el lago de Guadalupe. Se detuvo en el acotamiento.
-¿Quieres manejar? ¡Siente el motor!
-No sabía que te gustara la velocidad.
-Hay muchas cosas que no sabes de mí.
Abrí la portezuela y rodeé el auto. Ella se pasó al lugar del copiloto quitándose los lentes de sol.
Conduje despacio, con cierta timidez. La palanca develocidades tenía ramales cortos y el pedal de embrague era muy alto. Tomaba tiempo acostumbrarse.
-Acelera
-Ya voy.No me presiones
-Los papeles se han invertido ¿vistes? Tú siempre eras el que presionabas.
-Depende del tópico.Soy romántico, no suicida.
Quise detener el vocablo como cuando arrojas una piedra y en el ultimo segundo te arrepientes. Ya era tarde. La frase voló por los aires contrayectoria errática. Ella recibió el golpe.
Se apretó la muñeca con cicatrices.
-Da vuelta en u, por favor. Regresemos.
-Perdona.No quise ofenderte.
-Me arrepiento de haberte contado mis problemas.
-Hablé sin pensar.Todavía es temprano.Conozco muy bien esta carretera. Aquí entreno con mi bicicleta. Déjame llevarte a un sitio hermoso frente al Lago de Guadalupe. Llegaremos en diez minutos. Por favor.No respondió. Encendí la música en un volumen bajo. Durante largo rato permanecimos callados. La cinta se terminó, el estéreo hizo el cambio de lado automáticamente.
-¿Como me encontraste de nuevo?
-A través de Mario Ambrosio. Me dio los datos de Justine y fui a buscarla al Café artístico, donde canta. Yo creí que Justine eras tú. Siempre lo creí...
-Eso es casi un insulto.
-Lo sé... Cuando...
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