Mientras asi dormia paciente
25 — ¡Nausícaa! ¿Por qué tu madre te parió tan floja? Tienes descuidadas las espléndidas vestiduras y está cercano tu casamiento en el cual has de llevar lindas ropas, dando partetambién a los que te conduzcan; que así se consigue gran fama entre los hombres y se huelgan el padre y la veneranda madre. Vayamos, pues, a lavar tan luego como despunte la aurora, y te acompañaré y ayudaré para que en seguida lo tengas aparejado todo; que no ha de prolongarse mucho tu doncellez, puesto que ya te pretenden los mejores de todos los feacios, cuyo linaje es también el tuyo. Ea, insta atu ilustre padre para que mande prevenir antes de rayar el alba las mulas y el carro en que llevarás los cíngalos, los peplos y los espléndidos cobertores. Para ti misma es mejor ir de este modo que no a pie, pues los lavaderos se hallan a gran distancia de la ciudad.
41 Cuando así hubo hablado Atenea, la de ojos de lechuza, fuese al Olimpo, donde dicen que está la mansión perenne y segura delas deidades, a la cual ni la agitan los vientos, ni la lluvia la moja, ni la nieve la cubre -pues el tiempo es allí constantemente sereno y sin nubes-, y en cambio la envuelve esplendorosa claridad: en ella disfrutan perdurable dicha los bienaventurados dioses. Allí se encaminó, pues, la de ojos de lechuza tan luego como hubo aconsejado a la doncella.
48 Pronto llegó Eos, la de hermoso trono, ydespertó a Nausícaa, la del lindo peplo; y la doncella, admirada del sueño, se fue por el palacio a contárselo a sus progenitores, al padre querido y a la madre, y a entrambos los halló dentro: a ésta sentada junto al fuego, con las siervas, hilando lana de color purpúreo: y a aquél, cuando iba a salir para reunirse en consejo con los ilustres príncipes pues los más nobles feacios le habían llamado.Detúvose Nausícaa muy cerca de su padre y así le dijo:
57 —¡Padre querido! ¿No querrías aparejarme un carro alto, de fuertes ruedas, en el cual lleve al río, para lavarlos, los hermosos vestidos que tengo sucios? A ti mismo te conviene llevar vestiduras limpias, cuando con los varones más principales deliberas en el consejo. Tienes, además, cinco hijos en el palacio: dos ya casados, y tres queson mancebos florecientes y cuantas veces van al baile quieren llevar vestidos limpios; y tales cosas están a mi cuidado.
66 Así dijo, pues dióle vergüenza nombrar las florecientes nupcias a su padre. Mas él, comprendiéndolo todo, le respondió con estas palabras:
68 —No te negaré, oh hija, ni las mulas ni cosa alguna. Ve y los esclavos te aparejarán un carro alto, de fuertes ruedas, provisto...
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