Mirar El Mundo Dos Veces. Lo Terapéutico De La Literatura

MIRAR EL MUNDO DOS VECES.

Lo Terapéutico de la Literatura.

Francisco Fernández Romero *


“He visto más paisajes que aquellos

en los que he puesto mis ojos.
He experimentado mássensaciones
que todas las sensaciones que he sentido”
( Fernando Pessoa)


Imagino a un hombre o a una mujer escribiendo.

Lo imagino solo, concentrado en su tarea de poner pequeñas manchitas negras sobre la blancura del papel. Manchitas. Eso son: manchitas negras, arañitas. Se agrupan, hacen fila y se convierten enpalabras, en frases, en párrafos, en páginas.

Me gusta imaginarlo de dos modos, no sé porqué:
En una casa antigua, de piedra, con vistas al campo, escribiendo con un lápiz que tiene la marca de sus dientes. Se detiene cuando no encuentra una palabra, esa evasiva. Mira al vacío, su mirada se va por la ventana, buscando. Encuentra, al fin, esa palabra y desliza la punta del lápiz sobre el papel.Tacha algo, vuelve a escribir.

También lo imagino en un viejo departamento de paredes sucias, fumando un cigarro tras otros, los dedos manchados de nicotina. Usa una máquina de escribir, de las de antes, con su ruido al teclear, con la cinta negra y roja que sube y baja rítmicamente. De vez en cuando se detiene, lee lo escrito, arranca la hoja de la máquina y la tira al basurero junto alescritorio gastado y constelado de marcas de vasos. Coloca otra hoja, inmaculada. Vuelve a empezar…

Imagino también que muy lejos de allí, en el espacio y en el tiempo, quizá años después de la muerte de aquel escritor, quizá en otro país de otro continente, alguien, un hombre o una mujer, lee las palabras que se escribieron en aquella casa de piedra en el campo o en aquel departamento sucio, quizá enun idioma distinto.

Lee en la banca de un parque o recostado en la cama. Lee sosteniendo el libro con una mano mientras con la otra se aferra al tubo en el metro atestado de gente y vendedores. Lee y descifra las manchitas negras.

Y a veces ocurre.

Esas palabras venidas de tan lejos, lo tocan, quizá como muy pocas personas reales en su vida podrían tocarlo. Se conmueve, sonríe o tiembla ovibra o llora. Epifanía. Y cuando levanta la vista de esa página, acaso sin tener plena conciencia de ello, mira el mundo de una forma nueva. Quizá, imperceptible- mente, la realidad a dejado de ser, para siempre, lo que era.

Es así. Un ser humano escribe algo en un extremo del mundo, que en el otro extremo transforma la vida de otro ser humano. Pareciera algo cotidiano y simple y sin embargono deja de maravillarme. Quizá porque puedo reconocerme en ello, porque mi vida fue tocada por ese hombre, esa mujer que escribe o escribió sin imaginar nunca que me tocaría.

Pienso en mí. Pienso en el adolescente que fui en esa escuela enormemente conservadora, con cura incluido, con confesión cada viernes. Pienso en el adolescente que escuchaba de sus maestros que la Verdad, así con mayúscula,solo es una, y lo demás un error o un pecado. Esto es la Verdad, esto el Bien, esto el Deber. Y esto otro es el Mal: el socialismo, el psicoanálisis, la sexualidad, el pensamiento libre que llega a sus propias conclusiones.

Allí crecí, y muchas de esas ideas y prohibiciones eran introyectadas por mí sin ser puestas en duda. Pero una no. Y sigo pensando que eso fue definitivo. En ese ambiente,en esa escuela, en ese mundo, había muchas películas que “no se debían ver”, mucha música que “no se debía escuchar”, muchos libros “que no se debían leer”. Sobre todo eso: libros que no debían leerse. Y eso sí, afortunadamente, no podía aceptarlo. Fue en esa época en que decidí que nadie podía decirme que debía leer y que no. Nunca.

Y leí. Leí con hambre insaciable especialmente aquello que...