Moore Funcionalismo 1988
Wilbert E. Moore
Se diría que el funcionalismo se ha convertido en un motivo de per
plejidad en la sociología teórica contemporánea. Es cierto que la pers
pectiva funcionalista se menciona en todos los manuales de teoría
moderna1. Pero no se lo presenta como modelo o como método de abor
daje, sino como una posición que se sostiene cada vez con menos convic
ción, que esobjeto de ataques o que es abandonada. Robert Nisbet, en
un contexto en que señala las connotaciones conservadoras del funciona
lismo, abunda también sobre su declinación2. Esta en manera alguna
atañe al interés por el canon funcionalista; en efecto, las principales re
vistas de sociología, en la medida misma en que contienen exposición
en prosa, siguen publicando artículos donde se ataca lo que—si nos ate
nemos a ese indicador— se puede llamar «teoría mala y anticuada».
No sorprende que los ataques que hoy se hacen al funcionalismo pro
vengan casi siempre (aunque no exclusivamente) de sociólogos que, ellos
mismos, declaran una posición «crítica» o «radical»; y no sorprende, por
la importancia que las orientaciones ideológicas o valorativas tienen pa
ra la teoría sociológica en lo que serefiere a la averiguación de lo que
llamaríamos la «genuina naturaleza de la sociedad», y por la circunstan
cia de que tendencias neomarxistas, vulgares o refinadas, han obtenido
el favor de sociólogos jóvenes. (En diversos puntos de articulación del
discurso que aquí ofrecemos, tendremos por fuerza que atender a los su
puestos valorativos, que demuestran ser al mismo tiempo supuestos acer
cade la genuina tarea de la disciplina sociológica.) La escasez de escritos
en que se lea hoy una animosa defensa del funcionalismo se puede inter
pretar de varias maneras, que no se excluyen entre sí: que los atacantes
han dado en el blanco, y entonces el funcionalismo ha quedado como
una teoría mala y anticuada, derrotada en el plano científico y en el
plano ideológico, apreciada solitariamentepor un grupo más y más pe
queño de fieles que envejecen sin remedio, desactualizados (en cuyo caso
la continuación de los ataques representa una especie de adicción a re
matar); que los principales adhérentes y expositores del funcionalismo,
representados por el famoso «círculo de Harvard», que en un tiempo giró
en tomo de Talcott Parsons, han volcado su atención a otras inquietudessociológicas; y por último, que los defensores del funcionalismo han que
dado marginados en el ambiente contemporáneo de retórica radical, han
perdido poder o influencia y por eso —para condescender nosotros en
la teoría de la conspiración, tan admirada en los círculos radicales—
simplemente no consiguen editor.
A la primera de estas interpretaciones podemos responder por ahora
«Sí y no» o, mejor, «Sóloen parte», y dejar para la exposición posterior
desentrañar esa insatisfactoria situación. La tercera interpretación se pue
de desechar por fantasiosa e inverificable, como suelen serlo las teorías
conspirativas. En apoyo de la segunda interpretación podemos citar ejem
plos que sin embargo arrojan por resultado un juicio mixto. Es probable
que se pueda caracterizar a Talcott Parsons comofuncionalista conse
cuente'*, pero en los últimos años se ha 'interesado sobre todo en elabo
rar una tipología de sociedades desde una perspectiva explícitamente
evolucionista4 y se ha ocupado del poder como medio de intercambio
generalizado, análogo a la moneda^. Kingsley Davis, autor de un ma
nual general concebido desde una perspectiva funcionalista6, coautor con
migo de la «teoría funcional dela estratificación», que sigue sujeta a
controversias7, y autor de una defensa del funcionalismo en su alocu
ción presidencial ante la Asociación Sociológica Norteamericana8, du
rante años ha tenido por objeto principal de estudio esclarecer y verifi
car los determinantes sociales de la fertilidad y la mortalidad humanas9.
Robert Merton, quien adquirió renombre con su formalización del...
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