Muerte De Julio Cesar

EL ASESINATO DE JULIO CESAR

(Adaptación de Xema Palanca del cuento "El profesor Terríbilis. La muerte de Julio César" de Gianni Rodari, en su libro Cuentos escritos a máquina.)


ACTO I

(En un aula cualquiera. Entran los alumnos)

RUDERI.- ¡Ya está aquí! ¡Ya viene!
GARIBAL.- ¡Rápido, huyamos!
ZURLETTI.- No sea estúpido ¿Adondevamos a huir?
PRIMO.- Por favor, escondedme. No digáis que he venido.
JULIETA.- ¿Qué podemos hacer, Romeo?
ROMEO.- Por ahora nada, sólo esperar.
JULIETA.- ¿Esperar?... ¡Tengo miedo!
ROMEO.- Yo también.
ALBETTI.- ¿Qué va ser de nosotras? ¡Esto es el fin!
ALBERTI.- No perdáis los nervios.
RUDERI.- ¡Silencio, aquí llega!

(Entra el profesor Terríbilis. Se dirige hacia su mesa.Ojea papeles)

TERRIBILIS.- Os he convocado aquí para saber la verdad y de aquí no saldréis ni vivos ni muertos hasta que me la hayáis dicho. ¿Está claro? Que salga... veamos la lista de los encausados:...Albani...Albetti...Albini.... Albucci... Está bien, que salga Zurletti.

(Suspiro general. "No" lastimero de Zurletti, que se levanta muy lentamente y se dirige hacia latarima)

TERRIBILIS.- Querida Zurletti: se lo digo por su bien; cuanto antes confiese, antes le pongo en libertad. Usted sabe, por otra parte, que no me faltan medios para hacerla hablar. Dígame, pues, a toda prisa y sin reticencias cuándo, cómo, por quién, dónde y por qué fue asesinado Julio César. Precise como iba vestido ese día Bruto, dónde estaba en ese momento Marco Antonio y agregue el númerode zapato del dictador. (Silencio) ¡Conteste!
ZURLETTI.- ¡Exijo un abogado!
TERRIBILIS.- Ha visto demasiadas películas, amiga. Aquí no estamos en la Comisaría ni en el Tribunal. Usted tiene tanto derecho a un abogado como a un billete gratis a las Canarias. Debe limitarse a confesar. ¿Qué tiempo hacía el día del crimen?
ZURLETTI.- No me acuerdo.
TERRIBILIS.- Naturalmente. Me imagino que ustedni siquiera recuerda si Cicerón estaba presente, si llevaba paraguas o trompetilla, si llegó en carro o a caballo...
ZURLETTI.- No diré nada.
TERRIBILIS.- ¡Zurletti, confiese de una vez!
ZURLETTI.- ¡No hablaré!
VOCES.- ¡Bravo! ¡Así se habla!
TERRIBILIS.- ¡Silencio o mando desalojar la sala!

(Zurletti cae desmayada por el esfuerzo. El profesor Terríbilis llama con lacampanilla al bedel que aparece rápidamente con un cubo de agua. Arroja el agua sobre el rostro de Zurletti que. poco a poco, se recupera. La alumna intenta lamer las gotas de agua que resbalan por su cara pero... ¡es agua salada!

ZURLETTI.- ¡Es agua salada!
TERRIBILIS.- ¿Qué esperaba? ¿Un refresco de naranja?
PRIMO.- Señor profesor, según las leyes internacionales del Convenio de Ginebra sobreprisioneros...
TERRIBILIS.- Aquí no hay Convención de Ginebra que valga. Esto no es una guerra, sino una clase de historia y de ellas no se habló en Ginebra. ¡Confiese, Zurletti! ¡Ha de saber que tengo a su familia como rehenes!
ZURLETTI.- No, eso no.

(Terríbilis vuelve a tocar la campanilla. El bedel aparece empujando a la madre de Zurletti. Tiene las manos atadas a la espalda yapenas puede decir palabra)

MADRE.- ¡Habla, Alfonsina mía! Hazlo por tu madre, por tu padre, por tus hermanitas que están en el parvulario
ZURLETTI.- ¡Mamá, mamá!
TERRIBILIS.- Ya está bien.

(El bedel y la madre se retiran. En ese momento, Garibaldi intenta la huida)

TERRIBILIS.- ¡Garibaldi, pan y tomate para que no te escapes!
GARIBAL.- Profesor, yo no quería...TERRIBILIS.- Eso es lo que decís todos. Haga el favor de venir a la tarima y responder a las preguntas que he hecho a su compañera.
GARIBAL.- Yo no sé nada, profesor.
TERRIBILIS.- Eso me temo.
ZURTINI.- Profesor, hablaré yo.
VOCES.- ¡Traidora! ¡Renegada!
TERRIBILIS.- ¡Por fin! Acérquese, Zurtini. (A Zurletti) Usted puede volver a su sitio, pero no cante victoria. Si las respuestas de su compañera no...