Navidad En Las Montañas

Páginas: 17 (4022 palabras) Publicado: 16 de julio de 2012
Las nieblas ascendían del profundo seno de los valles; después avanzaban con rapidez hacia las cumbres; se desprendían majestuosas de las agudas copas de los abetos e iban por ultimo a envolver la soberbia frente de las rocas, titánicos guardianes de la montaña que habían desafiado allí, durante millares de siglos, las tempestades del cielo y las agitaciones de la tierra.
A lo lejos, en losvalles, en las faldas de las colinas, a las orillas de los arroyos, véanse reposando quietas y silenciosas las vacadas; los ciervos cruzaban como sombras entre los árboles, en busca de sus ocultas guaridas.
La noche se acercaba tranquila y hermosa: era el 24 de diciembre, es decir, que pronto la noche de navidad cubriría nuestro hemisferio con su sombra sagrada y animaría a los pueblos cristianos consus alegrías íntimas. Ellas se despertaron, alegres como un enjambre de bulliciosas abejas, y me transportaron a otros tiempos, a otros lugares; ora al seno de mi familia humilde y piadosa, ora al centro de populosas ciudades, donde el amor, la amistad y el placer en delicioso concierto, habían hecho siempre grata para mi corazón esa noche bendita.
Parecían ver aquellas pobres casas adornadascon sus nacimientos y animadas por la alegría de la familia; recordaba la pequeña iglesia iluminada, dejando ver desde el pórtico el precioso belén, curiosamente levantando en el altar mayor. Después me parecía llegar, penetrar por entre el gentío que se precipitaba en la humilde nave, avanzar hasta el pie del presbiterio, y allí arrodillarme, admirando la hermosura de las imágenes, el portalresplandeciente con la de los reyes magos, la iluminación esplendida del altar. A la voz del celebrante, que se elevaba sonora entre los devotos murmullos del concurso, cuando comenzaba a ascender las primeras columnas de incienso, de aquel incienso recogido en los hermosos arboles de mis bosques nativos, y que me traía con su perfume algo como el perfume de la instancia. Ya no era la familia; estabaentre extraños; pero extraños que eran mis amigos, la bella joven por quien sentí la vez primera palpitar mi corazón enamorado, la familia dulce y buena que procure con su cariño atenuar la ausencia de la mía.
Eran las posadas con sus inocentes placeres y con su devoción mundana y bulliciosa; era la cena de navidad con sus manjares tradicionales y con sus sabrosas golosinas; era México, en fin, consi gente encantadora y entusiasmada, que hormiguea esa noche en las calles corriendo gallo; con su plaza de armas llena de puestos de dulces.
Pero volviendo de aquel encantado mundo de los recuerdos a la realidad que me rodeaba por todas partes, un sentimiento de tristeza se apodero de mí.
¿En dónde estaba yo?, ¿Qué era entonces?, ¿A dónde iba? Y un suspiro de angustia respondía a cada una deestas preguntas que me hacía, soltando las riendas a mi caballo, que continuaba su camino lentamente.
Ese día cruzaba un sendero estrecho y escabroso, flaqueado por enormes abismos y bosques colosales, cuya sombra receptaba ya la débil luz crepuscular. Ya se figuraba hallarme cerca del lugar tan deseado, después de un día de marcha fatigosa; el sendero iba haciéndose más practicable, y parecíadescender suavemente al fondo de una de las gargantas de la sierra que presentaba el aspecto de un valle risueño, a juzgar por los sitios que comenzaban a distinguir, por los riachuelos que atravesaba, por las cabañas de pastores y de vaqueros, por ese aspecto singular que todo viajero sabe apreciar aun al atreves de las sombras de la noche.
Entonces se había adelantado a alguna distancia paraexplorar el terreno, y sobre todo, para abandonarme con toda libertad a mis tristes reflexiones.
-Señor capitán – me dijo-, en todo tiempo tengo el mayor placer en ofrecer mi humilde hospitalidad a los peregrinos que una rara casualidad suele traer a esas montañas; pero en esta noche, es doble mi regocijo, porque es una noche sagrada para los corazones de los cristianos, y en la cual el deber ha de...
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