No Se

Eran las 5:45 a.m. y todavía no estaba seguro de cual era la mejor excusa.
Del contador había aprendido algunas: “no puedo ir hoy porque tengo diarrea”, “hay una tranca casi que maquiavélica en laautopista del este y…”. Otra: “me acaban de robar y estoy poniendo la denuncia en…”. Otra fantasiosa: “...venía en el carro por la carretera vieja y le dispararon a los cauchos delanteros, aquí estoygenerando una cola horrible, menos mal que fue al carro y no a mi…”.
Resultaba fácil pensar en los argumentos de los demás. Pero armar uno tú mismo y luego tener que decírselo a tu jefe no era tareafácil. Además, ésta debía ser creíble; acompañada de sensacionalismo, elementos pujantes de sentimientos, aditivos persuasivos y por demás convincentes.
Mi cerebro estaba en un torbellino decreatividad, escenas hasta espeluznantes donde yo era la víctima. El asunto era que tenía que faltar al trabajo ese día a cualquier costo; faltar pero “bien”. No le podía fallar a mi hija.
No era micostumbre ausentarme pero ese día era justificado: era el primer acto de danza folklórica de mi hija de cinco años. Desde hace un mes, había comenzado anunciarme lo del acto. No pasaba un día sinmencionármelo: “Papi acuérdate de mí baile” decía la chiquita con sus ojitos vivaces e impregnados de dulzura e infinita pureza.
La fecha era justamente el 09 de Septiembre, día de cumpleaños del jefe. Sumadoa eso, la semana pasada, habían pasado un correo sobre una reunión de planificación estratégica que se efectuaría esa misma fecha. El correo estaba salpicado de cierto espíritu de urgencia por loestratégico del asunto y tenía un matiz de emergencia pues la compañía no se encontraba bien financieramente.
Incluso, la noche anterior, después de cerciorarme del dormitar de mi esposa y la princesabailarina, sigilosamente entré al baño; cerciorándome de pasar el seguro de la puerta. Empecé a practicar, frente al espejo, haciendo ademanes y gestos como si la noticia se la daría personalmente...