Nonoo

Páginas: 12 (2997 palabras) Publicado: 6 de octubre de 2011
EL IDOLO DE LAS CÍCLADAS | |
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|- Me da lo mismo que me escuches o no – dijo Somoza-. Es así, y me parece justo que lo sepas. |
|Morand se sobresaltó como si regresara bruscamente de muy lejos. Recordó que antes de perderse en un vagofantaseo, había |
|pensado que Somoza se estaba volviendo loco. |
|- Perdona, me distraje un momento –dijo -Admitirás que todo esto. . . En fin, llegar aquí y encontrarte en medio de... |
|Pero dar por supuesto que Somoza se estaba volviendo loco era demasiado fácil.|
|- Sí, no hay palabras para eso - dijo Somoza-. Por lo menos nuestras palabras. |
|Se miraron un segundo, y Morand fue el primero en desviar los ojos mientras la voz de Somoza se alzaba otra vez con el tono |
|impersonal de esas explicaciones que se perdían enseguida más allá de la inteligencia. Morand prefería no mirarlo, pero ||entonces recaía en la contemplación involuntaria de la estatuilla sobre la columna, y era corno volver a aquella tarde dorada |
|de cigarras y de olor a hierbas en que increíblemente Somoza y él la habían desenterrado en la isla. Se acordaba de cómo |
|Thérése, unos metros más allá sobre el peñón desde donde se alcanzaba a distinguir el litoral de Paros, había vuelto la cabeza|
|al oírel grito de Somoza, y tras un segundo de vacilación había corrido hacia ellos olvidando que tenía en la mano el corpiño|
|rojo de su deux pieces, para inclinarse sobre el pozo de donde brotaban las manos de Somoza con la estatuilla casi |
|irreconocible de moho y adherencias calcáreas, hasta que Morand con una mezcla de cólera y risa le gritó que se cubriera, y |
|Thérése seenderezó mirándolo como si no comprendiera, y de golpe les dio la espalda y escondió los senos entre las manos |
|mientras Somoza tendía la estatuilla a Morand y saltaba fuera del pozo. Casi sin transición Morand recordó las horas |
|siguientes, la noche en las tiendas de campaña a orillas del torrente, la sombra de Thérése caminando bajo la luna entre los |
|olivos, y era como si ahorala voz de Somoza, reverberando monótona en el taller de escultura casi vacío, le llegara también |
|desde aquella noche, formando parte de su recuerdo, cuando le había insinuado confusamente su absurda esperanza y él, entre |
|dos tragos de vino resinoso, había reído alegremente y lo había tratado de falso arqueólogo y de incurable poeta. |
|"No hay palabras para eso", acababa dedecir Somoza. "Por lo menos nuestras palabras." |
|En la tienda de campaña en lo hondo del valle de Skoros, sus manos habían sostenido la estatuilla y la habían acariciado para |
|terminar de quitarle su falso ropaje de tiempo y de olvido (Thérése, entre los olivos, seguía enfurruñada por la reprensión de|
|Morand, por sus estúpidos prejuicios), y la nochehabía girado lentamente mientras Somoza le confiaba su insensata esperanza |
|de llegar alguna vez hasta la estatuilla por otras vías que las manos y los ojos y la ciencia, mientras el vino y el tabaco se|
|mezclaban al diálogo con los grillos y el agua del torrente hasta no dejar más que una confusa sensación de no poder |
|entenderse. Más tarde, cuando, Somoza se fue a su tiendallevándose la estatuilla y Thérése se cansó de estar sola y vino a |
|acostarse, Morand le habló de las ilusiones de Somoza y los dos se preguntaron con amable ironía parisiense si toda la gente |
|del Río de la Plata tendría la imaginación fácil. Antes de dormirse discutieron en voz baja lo ocurrido esa tarde, hasta que |
|Thérése aceptó las excusas de Morand, hasta que lo besó y fue como...
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