Oscar Wilde El Retrato De Dorian Gray
El retrato de Dorian Gray
Oscar Wilde
Colección
Novelas
www.librosenred.com
Dirección General: Marcelo Perazolo
Dirección de Contenidos: Ivana Basset
Diseño de cubierta: Daniela Ferrán
Diagramación de interiores: Virginia Ruano
Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su tratamiento
informático, la transmisión de cualquier forma o de cualquier medio, yasea
electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros métodos, sin el permiso
previo escrito de los titulares del Copyright.
Primera edición en español en versión digital
© LibrosEnRed, 2010
Una marca registrada de Amertown International S.A.
Para encargar más copias de este libro o conocer otros libros de esta colección
visite www.librosenred.com
Índice
Capítulo I
6
Capítulo II
17Capítulo III
31
Capítulo IV
42
Capítulo V
55
Capítulo VI
66
Capítulo VII
73
Capítulo VIII
83
Capítulo IX
95
Capítulo X
104
Capítulo XI
111
Capítulo XII
126
Capítulo XIII
132
Capítulo XIV
138
Capítulo XV
149
Capítulo XVI
157
Capítulo XVII
165
Capítulo XVIII
171
Capítulo XIX
180
Capítulo XX
188
Acerca del autor
193
Editorial LibrosEnRed194
Capítulo I
Un intenso olor de rosas penetraba en el estudio, y cuando, entre los árboles del jardín, comenzaba la brisa, llegaban por la puerta abierta el denso
aroma de las filas o el más delicado perfume de los agavanzos en flor.
Desde el rincón del diván de alforjas persas en que yacía, fumando, según
costumbre, cigarrillo tras cigarrillo, Lord Henry Wotton podía divisar el resplandordorado de las flores color de miel de un cítiso, cuyas ramas trémulas
apenas parecían capaces de soportar el peso de tan flamante belleza, y de
cuando en cuando, las sombras fantásticas de los pájaros cruzaban las largas
cortinas de seda que cubrían el ancho ventanal, produciendo una especie de
efecto japonés momentáneo, y haciéndole pensar en esos pintores de Tokio,
de rostro jade pálido, que pormedio de un arte forzosamente inmóvil tratan
de dar la impresión de la rapidez y el movimiento. El zumbido adusto de las
abejas, abriéndose camino a través de la alta hierba sin segar, o revoloteando
con monótona insistencia en torno de las polvorientas cabezuelas doradas de
una dispersa madreselva, parecía hacer aún más abrumadora esta quietud. El
sordo estrépito de Londres era como el bordón de unórgano lejano.
En el centro de la habitación, sostenido por un caballete, veíase el retrato,
de tamaño natural, de un joven de extraordinaria belleza, y frente a di,
sentado a poca distancia, al pintor en persona, Basil Hallward, cuya súbita
desaparición pocos años antes había causado tanta sensación y dado origen a tantas extrañas conjeturas.
Contemplaba el pintor la forma grácil y encantadora quetan diestramente
reflejara su arte, y una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro, pareciendo
demorarse en él. Pero, de pronto, estremeciéndose, cerró los ojos y se frotó
los párpados con los dedos, como si quisiera aprisionar en su cerebro algún
extraño sueño, del que temiera despertar.
—Es tu mejor obra, Basil; lo mejor que has hecho hasta ahora dijo Lord
Henry, lánguidamente—. Debes enviarla elaño próximo ala exposición
Grosvenor. La Academia es demasiado grande y demasiado vulgar. Siempre
que he ido, o había tanta gente que no he podido ver los cuadros, cosa
sumamente desagradable, o tantos cuadros que no he podido ver la gente,
cosa peor todavía. Realmente, Grosvenor, es el único sitio.
6
LibrosEnRed
El retrato de Dorian Gray
—Creo que no lo enviaré a ninguno —contestó el pintor,echando hacia
atrás la cabeza con aquel ademán singular que tanto hacía reír a sus condiscípulos de Oxford—. Sí; a ninguno.
Lord Henry enarcó las cejas, mirándole con estupor a través de las tenues espirales azules en que se rizaba caprichosamente el humo de su cigarrillo opiado.
—¿Qué no piensas enviarlo a ningún sitio? ¿Y por qué, puede saberse?
¿Tienes algún motivo? ¡Qué gente tan absurda...
Regístrate para leer el documento completo.